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El mundo 70 años después

12 de mayo de 2015

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Estamos en los días conmemorativos del Aniversario 70 de la victoria sobre el nazifascismo, que en su afán de apoderarse del mundo tejió el eje militar Berlin-Roma-Tokio y lanzó su bárbara guerra de agresión y ocupación contra vastas regiones de Europa y Asia, que serían las primeras en conquistar antes de proseguir en sus demenciales planes hacia el resto del planeta.

Fue heroica y sin precedentes la lucha y la resistencia en que se puso a prueba hasta dónde eran capaces de llegar la dignidad humana y el espíritu de sacrificio de millones de hombres y mujeres en defensa de la independencia, la soberanía nacional, el derecho internacional y los más elementales principios de justicia y ética.

Hace 70 años, estos valores pudieron más que la barbarie nazifascista y aún a costa de enormes sacrificios lograron la victoria frente a los agresores, obteniendo una paz que en aquellos momentos parecía iba a correr mejor suerte.

A pesar de que las contradicciones interimperialistas e intercapitalistas estuvieron en gran medida en el origen de la conflagración, no es ya ningún secreto que Hitler, alentado inicialmente por las llamadas “potencias occidentales”, se lanzó con todas sus fuerzas contra la Unión Soviética en el frente oriental de la guerra, con el propósito de liquidar a quien siempre consideró como su enemigo ideológico y militar fundamental; únicamente la URSS podía hacer zozobrar de manera irreversible -como efectivamente ocurrió-, sus planes de dominación política y económica, a los que no eran ajenos influyentes círculos del capitalismo mundial que lo respaldaron en la aventura.

No es casual, por tanto, que el 75 por ciento de las tropas nazis fueran enviadas al frente soviético a lo largo de las sucesivas y fracasadas ofensivas que se iniciaron en el amanecer del 22 de junio de 1941, hasta casi mil quinientos días posteriores en que se vieron obligados a la más bochornosa capitulación.

Sin dejar de reconocer méritos, sacrificios y heroísmos de otros participantes, la URSS pagó el más alto precio al costo de 27 millones de vidas -13 millones de población civil entre aniquilados, en campos de concentración o por hambre-, 25 millones sin viviendas, más de 30 mil fábricas destruidas y casi 85 mil escuelas e instalaciones educacionales y científicas.

Solo el socialismo fue capaz de levantarla de las ruinas y en un plazo histórico relativamente breve, convertirla en la superpotencia mundial que aún hoy los imperialistas temen y tratan de anular, intentando tergiversar y ocultar el papel de la URSS en la más reciente y decisiva historia de la humanidad, extendiendo tan perversas pretensiones a la Rusia actual.

Al cabo de 70 años de aquella victoria sobre el nazifascismo, que fue ideológica y militar al mismo tiempo, soplan vientos extraños, se producen sorprendentes entendimientos, no cesan las amenazas y el uso de la fuerza asume una vez más características de agresión; se hacen evidentes los propósitos de hacernos regresar a un mundo unipolar regido por una sola superpotencia que imponga un solo sistema económico y político a todos los pueblos y naciones.

Las ansias totalitarias de los nazifascistas reciclados están, sin embargo, condenadas al fracaso pues se enfrentarán a un mundo más experimentado y preparado en el terreno de las ideas, que difícilmente se dejará engañar y se inspira hoy en los ejemplos de heroísmo, sabiduría y valor de sus antepasados, como fueron los pueblos de la Unión Soviética.

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