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El mejor reconocimiento

20 de junio de 2013

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Mientras la mayor potencia económica y militar del Planeta hace listados anuales donde involucra a muchos países en actividades terroristas que nunca han practicado, Naciones Unidas, a través de la FAO, reconoce a varios de esos países “ejes del mal”, como los de mayores logros en la lucha contra el hambre.
¿Quién dice la verdad, la ONU o Washington?
No amerita muchos argumentos mostrar la falacia política que hay detrás de las “listicas” elaboradas por Estados Unidos.
Pero si hay mucho de que vanagloriarse, cuando se entregan reconocimientos internacionales a países como Venezuela, Cuba, Nicaragua, por solo mencionar tres, que encabezan la lista de los que más hacen para erradicar el hambre y la pobreza entre sus habitantes.
En su informe anual divulgado en la capital italiana, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconoce que el mundo hizo ciertos progresos en la lucha contra el hambre y la desnutrición, pero subraya que todavía hay un “largo camino” por andar para resolver la crisis, se puede leer en un despacho de la agencia IPS.
Pero también el planeta conoce que solo con lo que gasta Estados Unidos en armas y guerras —unos 800 000 millones de dólares al año—, se pudiera disminuir grandemente el hambre y la desnutrición, de usarse ese dinero en comida, agua potable y planes de salud.
Ahora la propia FAO se prepara para lanzar a finales del presente año, su agenda de desarrollo posterior al 2015. Recordemos que ese año fue el acordado hace una década en la Cumbre Mundial sobre Alimentación, para alcanzar las llamadas metas del milenio, vinculadas todas a la disminución de la pobreza, aumento de los planes de salud que posibiliten la disminución de la mortalidad infantil y la materna y educación para todos, entre otras.
Hoy, lamentablemente, son bastante pocos los países comprometidos que ya alcanzaron tales metas. Muchos esperan por la ayuda prometida y nunca dada por organismos financieros internacionales y países ricos, en algunos casos sin cumplir siquiera con los más elementales objetivos del milenio.
El director general de la FAO, el brasileño José Graziano da Silva, ha llamado a luchar por  la erradicación del hambre, de la inseguridad alimentaria y de la desnutrición, y para ello, la “única respuesta efectiva es el compromiso político a nivel nacional, regional e internacional por parte de la comunidad de donantes y las organizaciones internacionales”, advirtió.
En su último informe, la FAO ha señalado que los “costos sociales y económicos de la desnutrición son inaceptablemente altos”. Los números son impactantes: la desnutrición provoca una pérdida de productividad para la economía mundial y gastos en atención médica que equivalen a 3,5 billones de dólares, o 500 dólares por persona.
La institución de Naciones Unidas define la “desnutrición” como la falta de alimentos suficientes para llevar una vida saludable y productiva. Esto afecta a unas 868 millones de personas, resume IPS.
Mientras esto sucede, la especulación financiera con productos agropecuarios, en particular cereales y granos, es una de las causas de los precios volátiles de los alimentos y contribuye a crear una escasez artificial en tiempos en que el hambre afecta a cientos de millones de personas, afirman especialistas.
Muy clara y evidente es la otra cara de la realidad: al poder financiero, al capitalismo, para nada interesa que un millón de personas mueran de hambre y desnutrición por falta de alimentos o por sus altos precios. Para los bancos y el gran capital lo importante es ganar dinero y cuanto mayor sea la cifra, mejor para sus abultados bolsillos.

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