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El Líbano opta por la resistencia

31 de mayo de 2022

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Pese a augurios adversos, las fuerzas progresistas libanesas dieron un paso de avance con la reelección del Presidente del Parlamento, Nabih Berri, un aliado del Movimiento de Resistencia Islámica del Líbano, Hezbollah, que, a pesar de haber perdido la mayoría legislativa, mantiene el apoyo de importantes partidos que rechazan las siempre latentes amenazas sionistas e imperialistas.
Berri, de 80 años de edad y perteneciente al partido chiíta Movimiento Amal, ha logrado el respaldo de 98 de los 128 legisladores con que cuenta la cámara, convirtiéndose así en presidente del Poder Legislativo libanés por séptima vez desde 1992.
En un discurso ofrecido a los diputados tras esta victoria, Berri ha llamado a la unidad nacional y pedido que el nuevo Gobierno se forme lo antes posible: “Me gustaría dar mi más profundo agradecimiento a mis colegas parlamentarios por confiarme la responsabilidad de encabezar este Parlamento por sexta vez consecutiva”.
Otro aliado de Hezbolá, el político Elie Ferzli, ha sido por su parte elegido como vicepresidente, tras conseguir los votos de 80 diputados.
La sesión de este miércoles era la primera celebrada tras las elecciones generales del 6 de mayo —las primeras legislativas del país desde el 2009—, en que el Hezbolá y sus partidos políticos aliados se hicieron con la mayoría de los escaños. Después de los comicios, el líder de la agrupación, Seyed Hasan Nasralá, interpretó los resultados cosechados tras la votación como “una gran victoria moral y política de la opción por la resistencia”.
El Líbano reconoce 18 confesiones de fe y el pacto nacional para la independencia de Francia en 1943 estableció que el Presidente de la República debe ser cristiano maronita, el primer ministro musulmán sunita y el titular del parlamento chiita, y así sucesivamente con los otros cargos.
Sin embargo, el acuerdo de Taif de 1989, que puso fin a la guerra civil libanesa (1975-1990), estableció una fórmula de reparto del poder basada en cuotas que otorga a cada una de las grandes comunidades religiosas (musulmana y cristiana) 64 puestos en el parlamento.
El domingo 15 de mayo, el 41% de los cerca de cuatro millones de libaneses inscritos en el padrón electoral ejercieron su derecho constitucional, en medio del escepticismo ante el surgimiento de un gobierno capaz de impulsar la recuperación de la nación.
Las elecciones eran consideradas clave para el futuro del país, sumido en una gravísima crisis política y económica agravada por las explosiones de agosto del 2020 en el puerto de Beirut y la pandemia de coronavirus, que han dejado a la mayor parte de la población sumida en la pobreza y ante los cortes eléctricos y el aumento de los precios de los productos básicos.
Tras las elecciones parlamentarias, El Líbano entró en una nueva fase. Con el nuevo Parlamento y la elección del presidente del Parlamento, se pasará a la selección de un primer ministro, quien sustituirá al multimillonario Najib Mikati, quien ha intentado repetidamente conseguir un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, ya que, para él, sin el apoyo del FMI “no hay posibilidad de salvación para El Líbano”, sumido en una de las peores crisis económica de la historia reciente.
En la actualidad, el Ejecutivo apenas se mantiene a flote, después de que a lo largo de las tres décadas anteriores los bancos se convirtieran progresivamente en tenedores de la creciente deuda estatal atraídos por los altos intereses prometidos.
El sistema colapsó a finales del 2019, poco después de que se produjesen los primeros problemas para retirar dinero denominado en dólares de unas entidades sin liquidez suficiente para alimentar el ciclo una vez que demasiados ciudadanos demandasen sus ahorros de forma simultánea.
Desde entonces, la libra libanesa ha perdido más del 90% de su valor, casi el 80% de la población ha caído en la pobreza y se registran desabastecimientos intermitentes de productos básicos, principalmente combustible y electricidad.
Por su parte, el jefe del bloque de Lealtad a la Resistencia, Hajj Muhammad Raad, llamó a los opositores a prestar atención a sus discursos y comportamiento, así como evitar “ser escudos de Israel, ni combustible para una guerra civil”.

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