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El Imperio impide la distensión en Corea

12 de junio de 2020

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Tal como se esperaba, el gobierno de Donald Trump ha puesto al borde de la ruptura total el acuerdo logrado hace dos años en Panmunjon por el líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente surcoreano, Moon Jae-in, para trabajar conjuntamente en la desnuclearización de la península, buscar una vía para solucionar problemas comunes y favorecer la posible reunificación pacífica de la nación, dividida por la guerra auspiciada por Estados Unidos en 1950.

Incidentes provocados por elementos reaccionarios surcoreanos en la línea divisoria, combinados con una sucia propaganda contra Pyongyang, mediante globos, altavoces y pancartas insultantes, todo violatorio del acuerdo entre ambos dirigentes, han hecho que esté a punto de suspenderse las inversiones del Sur en el complejo industrial norcoreano de Kaesong y la interrupción de las líneas de comunicación civiles y militares entre ambas partes.

El Ejecutivo meridional, que tiene hasta ahora respaldo popular, no ha podido evitar la injerencia estadounidense ni los actos hostiles de la oposición, principalmente en el Congreso, tendentes a interrumpir un proceso que ya estaba siendo demorado por los contrarios al diálogo.

Al mismo tiempo, Estados Unidos subrayó su petición de que Corea Democrática abandone la posesión del arma nuclear, pero mantiene y aumenta las sanciones y renueva las provocaciones bélicas, incluso cerca de las cotas norcoreanas.

Recientemente, unidades especiales norteamericanas llegaron por avión a Filipinas, para realizar un simulacro de “infiltración en Pyongyang”, al mismo tiempo que el submarino nuclear USS Michigan transportó Boinas Verdes, efectivos de la Fuerza Delta del Ejército de EE.UU. y otros elementos bélicos de Okinawa (Japón) a la base naval de Jinhae, en el sureste de Corea del Sur.

Al respecto, el diario Rodong Sinmun, que se edita en Pyongyang, calificó de “extremadamente provocativos y peligrosos” los movimientos de las tropas estadounidenses en la región, y señaló que este tipo de actividades obstaculizan los diálogos en curso entre ambos países, a petición del Norte y aceptados por Trump, quien así trataba de maquillar su disgusto por las acciones pacíficas de Moon Jae.in, y mostrar una cara de paz que no tiene, con el fin de mantener las bases militares, 27 000 soldados y posiblemente armas nucleares en Corea del Sur.

Trump y Kim Jong-un se habían reunido el 12 de junio del 2019 en Singapur, encuentro en el que ambas partes alcanzaron un acuerdo. En el marco de lo pactado, el mandatario norteamericano se comprometió a detener los ejercicios militares conjuntos de Estados Unidos y Corea del Sur en torno a la península de Corea, mientras que el líder norcoreano prometió desmantelar el arsenal atómico de su país. El Norte comenzó a hacer movimientos en este sentido, pero EE.UU. mantuvo los operativos militares y aumentó las sanciones, toda una burla.

En cuanto al mandatario surcoreano se halla presionado por Washington y una oposición interna, lo cual ha llevado que los vínculos establecidos con Pyongyang estén al borde de la ruptura.

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