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El hegemonismo puede ser frenado

31 de marzo de 2014

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Tal como muchos observadores y analistas lo advirtieron a lo largo de los años recientes, el cerco de Estados Unidos y sus socios más cercanos contra Rusia venía estableciéndose de manera gradual pero inflexiblemente. Los acontecimientos de Ucrania y sus consecuencias respecto a Crimea no han sido más que un punto culminante en medio del proceso indetenible, que estuvo acompañado de hipócritas muestras de “amistad” y “colaboración” con los cuales Washington y la OTAN pretendieron no otra cosa que confundir y engañar a Rusia, como admitió el presidente Vladimir Putin en una de sus más recientes intervenciones públicas.

El golpe de estado de la llamada Alianza Atlántica en Ucrania contra el gobierno constitucional electo, presidido por Víctor Yanukovich, fue realmente un golpe contra Rusia que puso fin a cualquier tipo de ilusiones forjadas acerca de la “democracia occidental”, tan reiterativas por parte de Estados Unidos y sus asociados. En Ucrania se les dio la oportunidad de cortar el cerco que venía apretándose desde antes mediante las más disimiles formas, pero siempre enfiladas contra Moscú, como el sistema antimisiles que se instala en varios países de la OTAN o el apoyo a los mercenarios en la guerra de agresión contra Siria. Todo lo que pudiera significar un golpe contra Rusia fue puesto en práctica.

Especialmente desde la llegada al mandato presidencial por vez primera de Vladimir Putin, la recuperación económica y la renovada presencia política de la potencia rusa en el escenario mundial, se recrudeció la conjura antirusa de las llamadas potencias occidentales.

Todo ello se evidenció cuando, con motivo de la segunda elección presidencial de Putin, Estados Unidos no tuvo escrúpulos en calificar como fraudulento esos comicios y promover disturbios en Moscú. Otra gota que pudo haber colmado esta copa fue la negativa de las autoridades a entregar al ex analista NSA/CIA Edward Snowden, concediéndole asilo temporal en el país ruso.

Tras fracasar en los planes de asfixia gradual puestos en práctica hasta ahora, todo indica que los estrategas antirusos consideraron que la situación desatada en Ucrania por parte de los elementos que le son incondicionalmente afines era momento oportuno para poner a Rusia contra la pared. La respuesta rusa, sin embargo, resultó firme, a la vez que apegada formalmente al derecho internacional y desconcertó a Estados Unidos y sus socios, acostumbrados a imponer su voluntad a los más débiles, en un mundo donde no faltan las concesiones y las vacilaciones.

Las amenazas y las sanciones impuestas a Rusia se evidencian como palos de ciego y muestran el desconcierto de los poderes pretendidamente hegemónicos del mundo, enredados en flagrantes contradicciones y ausencia de principios en el escenario internacional, no obstante la masiva campaña de desinformación y engaño que llevan a cabo los medios de prensa a su servicio a nivel planetario.

Los hechos recientes muestran que el hegemonismo puede ser frenado.

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