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El grupo de puebla: aporte a la unidad y a la lucha

21 de mayo de 2020

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Nacido hace pocos meses, acogido por la legendaria ciudad mexicana de Puebla, un conjunto de relevantes personalidades latinoamericanas, caribeñas y españolas decidió la integración de este espacio de reflexión, pensamiento y acción cuyo surgimiento se veía ya como una necesidad y una urgencia ante el imperativo de esclarecer, definir y reiterar valores y principios tan arraigados y establecidos en común por parte de la comunidad regional a lo largo de muchos años de duras luchas que inspiraron héroes y pensadores de diversas procedencias.

Desde sus inicios, el Grupo de Puebla ha evidenciado su identificación con esos postulados –recogidos todos en la Carta de Naciones Unidas– como la no intervención, la autodeterminación de los pueblos y la igualdad jurídica de los Estados, por citar solo estos tres de capital importancia.

Presidentes y ex presidentes; vice presidentes y ex vicepresidentes; cancilleres y ex cancilleres; legisladores y ex legisladores; personalidades políticas y sociales del más variado espectro se han incorporado al Grupo o participan en sus encuentros. Sus miembros proceden, hasta el momento, de 13 países.

Las grandes corporaciones mediáticas, voceras y servidoras de los intereses oligárquicos y del imperialismo norteamericano, hacen todo lo posible por ignorar o acallar las actividades del Grupo de Puebla pues lo consideran un factor activo de convocatoria e influencia, surgidos para sumar su voz a las de millones que ya se alzan contra la llamada “restauración conservadora” en la región.

En el cumplimiento de sus objetivos al Grupo ha de emerger como un factor de unidad, indispensable como ha sido siempre para que los pueblos latinoamericanos hayan podido no solo alcanzar victorias sino resistir exitosamente frente a enemigos tan poderosos, amparados por la Doctrina Monroe.

La fragmentación y la desunión han sido elementos característicos en muchas ocasiones de las fuerzas progresistas y democráticas en nuestro continente, tanto a lo interno en cada país como internacionalmente, y ese fantasma fatal debe ser combatido desde iniciativas tan nobles y lúcidas como la de Puebla.

Todo lo que marche en busca de la unidad combativa, de pensamiento y de acción, de los pueblos o gobiernos latinoamericanos y caribeños será enfrentado con todos los medios –incluidos los más sangrientos como el Plan Cóndor– por el gobierno imperialista de Estados Unidos y las oligarquías dependientes a su servicio.

Ello debe quedar claro para todos y hay pruebas abundantes de esta realidad, que los diferentes esfuerzos de integración y cooperación en los más diversos planos que hoy transcurren en América Latina y el Caribe necesitan tener muy en cuenta para actuar sin ingenuidades, con precisión y recogiendo las experiencias acumuladas de todo tipo.

El Grupo de Puebla acaba de celebrar su quinto encuentro –de manera virtual como los dos anteriores– dedicado a los Acuerdos de Paz en Colombia, conducido por el ex presidente Ernesto Samper y con la participación del presidente argentino Alberto Fernández, Lula, Dilma, Evo, Pepe Mujica y Correa, junto a legisladores y personalidades colombianas como Gustavo Petro y Clara López.

América Latina y el Caribe están llegando a una coyuntura que puede ser decisiva hacia el futuro. Para evitar que se frustre ese promisorio camino de progreso y de lucha, el Grupo de Puebla pueda hacer un significativo y valioso aporte de unidad y colaboración.

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