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El fantasma de William Walker

19 de abril de 2017

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William Walker, aventurero y delincuente estadounidense, pretendió apoderarse de Nicaragua y a mediados del siglo XIX lanzó contra ese país centroamericano emergente –recién independizado del colonialismo español–, una criminal expedición punitiva que fue finalmente derrotada con heroísmo popular el 1 de mayo de 1857.

Semejantes intentos imperialistas se sucedieron con respecto a Nicaragua en el siglo XX como el que condujo a la ocupación militar del país por parte del Ejército de Estados Unidos, dando lugar al legendario movimiento emancipador encabezado por el General de Hombres Libres, Augusto César Sandino, que solo pudo ser aplastado temporalmente por la traición del tirano Anastasio Somoza, colocado y sostenido allí por sus amos yanquis.

A partir de entonces la resistencia y la acción decidida del pueblo nicaragüense no se detuvo y se multiplicó en todos los terrenos; de este modo, se puso a prueba una y otra vez hasta que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) cohesionó a las fuerzas más puras de la nación para llevarlas a la victoria de la Revolución Popular Sandinista el 19 de julio de 1979.

Largo y sangriento fue el camino de esta dura etapa, que dejó un saldo de héroes y también de mártires que pudiéramos sintetizar en la figura inmortal de Carlos Fonseca Amador.

Le faltaba, sin embargo, al sufrido pueblo nicaragüense conocer la más sangrienta y cruel de sus muchas experiencias en el enfrentamiento y la resistencia ante el imperialismo yanqui: esa fue la guerra sucia contrarrevolucionaria lanzada por Ronald Reagan en la década de los 80 con su saldo trágico de destrucción y muerte en este país asediado, pero siempre valiente y digno.

Tras casi dos décadas de desgobierno neoliberal, saqueo y corrupción, el FSLN regresó a conducir los destinos de la Nicaragua escarnecida y empobrecida más aun y la hizo resurgir espectacularmente de sus cenizas, en lo social y en lo económico, acompañado por el extraordinario apoyo de su pueblo, en especial de su juventud.

La contundente votación de más del 70 por ciento recibida por el comandante Daniel Ortega como candidato presidencial y Rosario Murillo como vice, en los comicios del pasado noviembre, es la más evidente ratificación de ese apoyo masivo.

Pero el fantasma de aquel aventurero y delincuente que se llamó William Walker parece que quiere seguir proyectándose sobre la Nicaragua soberana, independiente y libre de hoy. Los herederos actuales de Walker y de Reagan no están dispuestos a aceptarla y un puñado de congresistas presentó al Congreso de los Estados Unidos una denominada “Nica Act” (Acta de condicionalidad a la Inversión en Nicaragua) que pretende la asfixia económica de esa nación centroamericana si el gobierno sandinista no hace concesiones políticas. De este modo lo han expuesto sus autores.

Se trata de un vulgar chantaje, como han sido el bloqueo contra Cuba o las medidas contra Venezuela. Es el imperialismo desenmascarado y pretendiendo revivir en su “patio trasero” los tiempos pasados de Walker, de Somoza y de Reagan.

Es necesario y urgente denunciarlo asi en todas las tribunas y escenarios posibles.

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