El espíritu de Shanghai: cooperación y dignidad
4 de septiembre de 2025
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Concluyó la más reciente Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), que en esta ocasión tuvo lugar en la ciudad de Hianin. En Shanghai se inició hace ya casi más de medio siglo la aplicación del llamado “programa de reformas y apertura”, que tanto ha aportado exitosamente al desarrollo socialista de la República Popular China, tomando en cuenta sus características propias, entre las que existen también otras medidas parciales que no han dejado de tener aplicación exitosa en otros países y regiones.
Entre China y Rusia, fundamentalmente, se crearon las condiciones para el surgimiento de la hoy potente OCS, representando un paso inicial y firme hacia un nuevo orden económico internacional caracterizado por el respeto y beneficio mutuo, la integración, la cooperación y también por la solidaridad, que otras veces se había intentado y siempre naufragado bajo los dictados del viejo orden de dominio y saqueo que se abrió como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y los acuerdos económicos que a ella le sucedieron en Bretton Woods, consagrando entonces la intención de implantar el dominio hegemónico del imperialismo norteamericano y sus socios, preferentemente sobre los países en vías de desarrollo, muchos recién surgidos a la independencia nacional, sobre todo en África y Asia.
Se consagró también el dominio del dólar como unidad monetaria universal y se cerró así el yugo que parecía no tener salida por el momento. Fue uno de los capítulos más azarosos dentro de los años de la “guerra fría”, culminada con la desintegración de la URSS y el campo socialista europeo, que habían sido fuentes alternativas de apoyo y ayuda para las ex colonias y los países pobres en aquellos momentos de transición.
Posterior a esa tragedia y cuando el mundo se veía sin otras opciones y los voceros del imperialismo, como Fujiyama, daban rienda suelta a su alegría, surgieron diversos proyectos integradores y de colaboración regionales y mundiales posteriormente, comenzando su difícil labor en medio del planeta unipolar que el imperialismo norteamericano pretendía instalar.
Así surgió la Organización de Cooperación de Shanghai -así llamada por haberlo hecho en la citada ciudad china- y así comenzó la fecunda trayectoria que dentro del espíritu de igualdad, respeto mutuo y colaboración, ha prevalecido y se ha desarrollado hasta alcanzar vínculos indetenibles y crecientes, que por supuesto no excluyen los acercamientos políticos.
En muchos aspectos, la OCS acompaña al gripo de países BRICS y ambos coinciden en el duro bregar de instalar el nuevo orden económico internacional, con el multilateralismo y la soberanía nacional como bases irrenunciables.
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