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El ensayo somalí

24 de septiembre de 2013

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Casi ignorada en la información diaria, la intervención norteamericana en Somalia se traduce hoy en el aumento de los ataques de sus “drones” contra líderes locales que les son molestos, el respaldo a un gobierno constantemente tambaleante en Mogadiscio y la utilización de mercenarios de todas las latitudes para apuntalar los intereses de sus monopolios.
Estados Unidos aprovecha las constantes hambrunas africanas, para realizar chantajes de todo tipo, y Somalia no solo no es una excepción, sino instrumento de ensayo, como lo fue para utilizar como siempre a Naciones Unidas como cobertura de desembarco de sus propias tropas.
Cierto que no fue hasta  el 2007 que formó el comando AFRICOM para intervenciones abiertas, que ya envolvió  en sus madejas militaristas a 35 naciones del continente, pero la incursión de sus marines en Somalia (1992-93) constituyó un ensayo general de invasiones norteamericanas al corazón de África.
Las corporaciones norteamericanas están particularmente interesadas en los pozos petrolíferos que se han descubierto en el continente, rubro que aporta más de las tres cuartas partes de las importaciones africanas a Estados Unidos.
Y Somalia juega un importante papel en este contexto, quizás a modo de venganza de la derrota sufrida por sus marines en la ya mencionada invasión, a resultas de la cual se ha producido una guerra civil que acentúa las divisiones, siempre con la injerencia del Imperio como telón de fondo, sin que este exponga sus hombres, solo drones que destruyen y causan “daños colaterales”.
Las pruebas de ese diabólico proceder hay que buscarlas en la denominada guerra civil, en la que participaron  países limítrofes con armamento suministrado principalmente por Estados Unidos, que comenzó tras la caída de la mal llamada república socialista y la dictadura pronorteamericana de Mohammed Siad Barré el 26 de enero de 1991.
Poco antes de caer este, se habían concedido derechos de exploración petrolera sobre dos tercios del territorio a las compañías Conoco, Amoco, Chevron y Phillips.
Después de su derrocamiento del poder, se produjo un movimiento contrarrevolucionario para tratar de restablecerle como líder del país. La cada vez más violenta y caótica situación devino en una crisis humanitaria y un estado de anarquía.
Posteriormente, la región de Somalilandia se declaró independiente, buscando aislarse de los violentos combates que se desarrollaban en el sur, aunque su soberanía no fue oficialmente reconocida por la comunidad internacional.
Las resoluciones 733 y 746 del Consejo de Seguridad de la ONU condujeron a la creación de UNOSOM I, la primera misión de ayuda humanitaria y colaboración para restablecer el orden en Somalia, luego de la disolución de su gobierno central.
La resolución 794 del Consejo de Seguridad de la ONU, que fue aprobada por unanimidad el 3 de diciembre de 1992, justificó la formación de una coalición de fuerzas de las Naciones Unidas,  lideradas por Estados Unidos e Italia llamada UNITAF, la cual tenía la tarea de asegurar que la ayuda humanitaria fuera distribuida en el país y que se restableciera la paz en Somalia.
Para que se vea el verdadero papel de Estados Unidos, la compañía Conoco le cedió sus oficinas corporativas en Mogadiscio, con el fin de que los representes del entonces gobierno de Bush, padre, le facilitaran el control de las concesiones petroleras.
Pero los diversos grupos rebeldes no iban a dejar tranquilas a las “fuerzas de paz “de las Naciones Unidas, a las que causaron  centenares de bajas mortales, entre ellas norteamericanas (se barajan cifras de entre 31 y 192), principalmente en la batalla de Mogadiscio, que ha inspirado al libro Black Hawk Down, y la película homónima. Allí se muestra la retirada “apresurada” (huída) de las tropas de Naciones Unidas, principalmente de Estados Unidos.
Desde entonces, no hay un gobierno efectivo y no ha habido ni un minuto de descanso en el desplazamiento de millones de civiles.
La mayoría no responde al gobierno central en Mogadiscio, la capital, y algo de sus alrededores, protegido nominalmente por la Unión Africana, en un ambiente en que han florecido los estados “independientes” de Somaliland y Puntland, e instalado elementos islámicos extremistas en el sur de la nación.
Lo cierto es que pese a poseer tierras fértiles y recursos naturales, esta población que vive en una guerra continua, es víctima frecuente de hambrunas, como la que hizo perecer a unos 258 000 somalíes entre octubre del 2010 y abril del 2012, entre ellos alrededor de 133 000 niños.En medio de toda  esta situación, florecieron grupos piratas que abordan buques de carga y piden rescate, lo cual subsiste en mayor o menor medida. Pero esta es otra historia.

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