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El enemigo número 1 de las políticas sociales

17 de agosto de 2015

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No es algo tan nuevo, sino lo mismo aumentado e intensificado, lo que las transnacionales del imperialismo se proponen ahora a hacer contra los pueblos para facilitar la mayor privatización de los servicios públicos, cuestión que fue objeto hace unos días de la protesta de miles de trabajadores sindicados en las calles de Montevideo, la capital de Uruguay.
En este contexto, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aseguró en una reunión con organizaciones latinoamericanas que ni la crisis económica ni los nuevos planes que encabeza Estados Unidos para penetrar aun más las economías en cualquier parte del mundo, impedirán que su gobierno prosiga desarrollando mejores y más acertadas políticas sociales.
La periodista uruguaya Silvia Ribeiro alertó en la página web de La Haine, España, que el acuerdo de Comercio en Servicios que negocian en secreto gobiernos de 50 países (que incluyen, además de los imperiales, a México, Costa rica, Panamá, Perú, Paraguay y Uruguay) supera todo lo visto hasta el momento.
Muchas veces se ha denunciado que los servicios básicos, esos tan necesarios e indispensables para la población, no deben caer en manos privadas, sino que deben establecer un carácter plenamente oficial, público, sin discusión.
Pero el tal Comercio, que dice buscar la transparencia, es en realidad un truco para que todo quede en las manos de los grandes pejes y eliminar a los pequeños, devasta todo lo bueno que un Estado soberano pudiera haber construido en los sectores de la salud, la educación, el agua, el saneamiento y la electricidad, entre otros, todos vitales para el ciudadano común.
Lo más increíble de todo esto es que después que se acuerde lo que sea al respecto, no podrá ser cambiado de manera alguna por los gobiernos de los países implicados, o sea, es una perdida total de la soberanía.
En este sentido, la desregulación de los servicios públicos tendrá una fuerte participación de Walmart, la mayor empresa del planeta y el principal empleador privado de Estados Unidos, lo cual le da carta abierta en la determinación del número de empleados y el monto de los salarios, sin que ni el trabajador y el sindicato respectiva pueda protestar al respecto.
Lo más grave de todo es que abarcará el 68% de los servicios a nivel global, así como la exclusión de Brasil y los otros países del BRICS -Rusia, la India, China y Sudáfrica-, con el fin de eliminar cualquier competencia, principalmente de Beijing..
Lo más irónico es que Estados Unidos y los promotores del convenio, que responden a la demanda de poderosos grupos financieros y cadenas de supermercados, afirman que son auténticos amigos de los servicios, y desbarran contra la Organización Mundial de Comercio, que tampoco es transparente ni democrática y los acuerdos se negocian en secreto.
Tal es el peligro que se avecina que la propia Silvia Ribeiro indicó la necesidad de organizar protestas como lo hicieron los trabajadores uruguayos, con el fin de hacer transparente cualquier tipo de convenio perverso como el que quiere establecer el proimperialista y monopólico Comercio en Servicios.

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