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El ébola y el bloqueo

2 de octubre de 2014

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El ofrecimiento de Cuba de enviar personal médico a combatir el ébola en África ha sido calificado como un gesto de gran valor humanitario, que desnuda todavía más el carácter criminal del bloqueo de Estados Unidos contra la isla.
Y resulta que la paradoja todavía es mayor porque Washington ya reportó la incidencia del primer caso de la enfermedad en su territorio.
Es bien raro que EE.UU. colabore con el empeño cubano de enfrentar en primera línea esa mortífera enfermedad, cuando el bloqueo que nos imponen durante 55 años causa perdidas por más de un billón de dólares, pero sobre todo provoca serias afectaciones a la salud de nuestro pueblo.
Así lo refleja el informe presentado por nuestra Cancillería sobre la resolución 68/8 de la Asamblea General de Naciones Unidas titulada “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.
En ese documento, que circuló en el organismo mundial, se demuestra con hechos y cifras el carácter criminal del cerco a la mayor de las Antillas, afectada en sus necesidades de adquirir medicamentos, reactivos, piezas de repuesto para equipos de diagnóstico y tratamiento, instrumentales y otros insumos que, si llevan el rótulo Made in USA le resultan prohibidos.
Pero ni si quiera eso es necesario. Basta que algún ingrediente para elaborar medicamentos, pieza para equipos de resonancia o programas tenga algún componente de aquel país, para que se le niegue a los cubanos, incluso si se trata de una empresa internacional.
El bloqueo por extraterritorial, también afecta la colaboración antillana con otros países. Para que se tenga una idea, equipos de ultrasonido y otros utilizados por nuestros especialistas en instalaciones médicas en Venezuela estuvieron en peligro de paralizarse por las presiones norteamericanas con la firma europea proveedora.
Muchas veces tenemos que recurrir a mercados lejanos, y por ende más caros, para acceder a insumos vitales para mantener el sistema de salud cubano, que da cobertura gratuita a los más de 11 millones de compatriotas.
Solo de abril de 2013 a junio de 2014, el Ministerio de Salud Pública estimó en 66,5 millones de dólares las pérdidas causadas a ese sensible sector.
Pero Washington apuesta a un costo mayor, al humano, al enfermo, a provocar la escasez de medicamentos, a la paralización de los equipos de rehabilitación, a los de resonancia magnética, de radioterapia: a causar muerte, dolor, enfermedad y descontento en la población cubana.
Son los mismos objetivos y propósitos de aquel memorando del gobierno estadounidense que proponía doblegar por hambre y sufrimientos al pueblo que apoyaba la Revolución Cubana y sustentaba las transformaciones impulsadas por Fidel Castro.
No hay país en el mundo con más experiencia y capacidad para desplegar el capital humano imprescindible para contener el avance del ébola, hoy presente en África, pero ya reportado en Estados Unidos.
Nuestros médicos tienen la preparación, disposición y entrega para ello. Lo han demostrado en disímiles y difíciles condiciones en Cuba y diversas latitudes del planeta.
Pero además, la pequeña isla cercada del Caribe se vio obligada por el propio bloqueo a desarrollar sus centros científicos que le ponen a la vanguardia en América Latina en la elaboración de productos biotecnológicos, entre otros logros que el país ha puesto a disposición del mundo, incluso del mercado norteamericano.
La lucha contra el ébola es por el futuro de la humanidad. Cuba y EE.UU. pueden hacer mucho al respecto, pero mientras tanto, el bloqueo es una afrenta a la batalla por la vida.

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