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El doble rasero hacia el terrorismo

10 de agosto de 2016

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Aunque lo hayamos hecho en ocasiones anteriores, es difícil evitar el tratamiento del tema del terrorismo una vez más, habida cuenta que se suceden y se incrementan las acciones criminales de este tipo en diversas regiones del mundo -algunas bastante apartadas entre sí-, teniendo la sensación de que, al menos por el momento, las llamadas “potencias occidentales”, obsesionadas y ciegas por sus planes de persecución y cerco contra Rusia y China, no aciertan a ponerle fin y más bien lo alientan con sus dobles raseros.

Siendo ellas sin dudas las autoras del pecado original que desató la carnicería y echó a un lado vergonzosamente a las Naciones Unidas como organización que -a pesar de sus limitaciones-, pudiera actuar en favor de la paz en un momento crítico, fueron arrastradas por el gobierno de Estados Unidos encabezado por George W. Bush hijo a las aventureras agresiones contra Afganistán e Irak, ambas prolongadas aun y en el sustrato de todo lo que ha ocurrido después.

Añadámosle ahora la guerra de agresión contra Siria, la destrucción de Libia, el caos en Yemén, la gravísima crisis de los millones de refugiados y desplazados que huyen por doquier, la ausencia de ley y el predominio del crimen que desde el Medio Oriente se extienden hacia Europa, en una variante que ni los propios patrocinadores de las agresiones y conflictos habían previsto.

Entre otras consecuencias, la situación creada por Estados Unidos y sus cómplices en la tarea ha provocado las más diversas, ambiguas y confusas interpretaciones sobre la tragedia y en ese sentido las llamadas “potencias occidentales” y los medios de comunicación a su servicio -que son numerosos-, pretenden concentrar la etiqueta de terrorista solamente al Estado Islámico, que así se lo merece pero no es el único actor ensangrentado en este drama.

El muy mentado Estado Islámico no apareció en un día ni fue por generación espontánea: alguien lo patrocinó, organizó, financió, armó y facilitó su accionar para la obtención de determinados propósitos geopolíticos y económicos. Como antes ocurrió con Osama Bin Laden, hasta que pretendió ir más allá de lo que sus patrocinadores le habían asignado.

Hurgando en los orígenes de todo lo que ocurre hoy en el Medio Oriente -cuyos zarpazos se sienten en Europa-, pudiera hallarse una clara explicación de por qué existe ese doble rasero a la hora de enfrentarlo decididamente por parte de los mismos que lo engendraron con evidentes fines de dominación y hegemonía sobre aquella región.

En los magros resultados de la “coalición internacional” auspiciada militarmente por Estados Unidos pudieran hallarse algunas de esas respuestas.

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