ribbon

El debate ecuatoriano

29 de marzo de 2017

|

 

Comentaba Ignacio Ramonet en la Mesa Redonda del viernes pasado, que lo ocurrido en la primera vuelta electoral en Ecuador, donde el partido gobernante no pudo alcanzar la mayoría y debe ir a segunda vuelta, tiene una buena dosis de “desagradecimiento” por algunos sectores de la población.

Y tiene razón, por cuanto, es Ecuador uno de los países donde los avances socio económicos, de respeto a la independencia y la soberanía y de una alta cuota de dignidad, son expresión fiable de un gobierno popular como el de Rafael Correa.

Es real el daño que hace la prensa oligárquica al servicio del poder económico –como ha ocurrido en Brasil, en Argentina y otras naciones de la región–, pero en Ecuador hay más que sustento para mostrar al mundo un país entre los que más han avanzado en los servicios de educación, salud, trabajo –asignaturas pendientes en la gran mayoría de las naciones donde el neoliberalismo hace mella–.

Y es que de ganar la derecha, se impondrá el neoliberalismo aupado por los mismos que provocaron la pérdida de la moneda nacional y la implantación del dólar, que llevaron a millones de ciudadanos a la pobreza, que privatizaron sectores básicos y que ahora quieren repetir todo cuanto llevó a los ecuatorianos a la crisis generalizada.

Es ahora Ecuador el epicentro hacia donde han confluido los más recalcitrantes defensores del sistema neoliberal, los que apuestan a la caída del gobierno popular y progresista de Alianza País, los que utilizan el poder mediático para confundir al pueblo tratando de desprestigiar al actual mandatario y a quien aspira ser el continuador de la obra: Lenin Moreno.

No puede olvidarse que ya en Venezuela, también por ese voto enrarecido y quizás hasta incomprensible y el aporte de los indecisos, el Parlamento abrió las puertas a lo peor de la derecha, que públicamente ha expresado su interés por derrocar al gobierno del presidente Nicolás Maduro y echar abajo todos los planes sociales iniciados por el Comandante Hugo Chávez.

La victoria de una derecha rancia en Ecuador sería una gran derrota para América Latina toda, para el proceso de integración que encabezan el ALBA, la CELAC, UNASUR. Sería poner de rodillas a ese pueblo ante las transnacionales monopólicas. Sería echar abajo los programas de salud que han salvado millones de vidas y que han devuelto la esperanza a otros millones.

La comparsa conspiradora tiene esta vez, como ha ocurrido antes y en otros escenarios, la cabeza de una OEA corrupta, intrigante y sumisa a los interés de su amo en Washington, que se agolpa dentro de la gran campaña mediática que se escenifica contra el gobierno de Ecuador y la continuidad que al mismo daría el candidato de Alianza País.

El análisis de lo que está pasando en los procesos electorales de Argentina; el golpe mediático parlamentario de Brasil; las elecciones parlamentarias de Venezuela y lo que podría ocurrir en Ecuador si gana la derecha neoliberal y entreguista, corresponde hacerlo a cada nación, a sus dirigentes de izquierda, a su pueblo.

Los confundidos e indecisos no pueden ser mayoría ante tantas verdades que aparecen en cada proyecto social, en cada escuela de cualquier nivel de enseñanza; ante la bondad de una salud pública gratuita, masiva y de alta valía; ante tantas y tantas razones que tienen los pueblos, como el ecuatoriano, para apoyar masivamente la continuidad de un gobierno democrático como Alianza País, que es referencia nacional e internacional.

La segunda vuelta electoral de este 2 de abril debe avalar esta inequívoca razón.

Comentarios