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El cerco medíatico

26 de enero de 2014

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El cerco es una figura que, -según todos los antecedentes indican,- tuvo su origen en la terminología militar, extendiéndose posteriormente a los terrenos político y diplomático e incluso económico. Con el paso de los años y las tecnologías surgió posteriormente el cerco mediático, llevado a sus extremos en la medida que el gran capital financiero y sus defensores fueron apoderándose de los medios masivos de difusión, convertidos en empresas transnacionales y utilizados en función de los intereses de ese mismo gran capital y de los países hegemónicos que le sirven de sede.

Explicado así, de manera suscrita, puede entenderse como ese entretejido de intereses que se inició dentro de las fronteras nacionales y que hoy, con el apoyo de las más modernas tecnologías de la comunicación, las rebasa y se convierte en un poder transnacional que no reconoce soberanía ni limitaciones territoriales, está en condiciones de influir decisivamente y aún decidir en el curso de los acontecimientos, ya sea dentro de un país determinado o abarquen vastas regiones del mundo.

Nace de este modo lo que hemos llamado cerco mediático, esto es, la posibilidad de las corporaciones transnacionales de información asociadas al gran capital financiero y sus expresiones geopolíticas, de determinar el origen, la forma, la magnitud y la reiteración en que deben divulgarse los acontecimientos para el logro de los efectos deseados, mediante una influencia en la opinión pública que acompañe a otros mecanismos, -violentos o pacíficos,- también utilizados.

En los últimos tiempos se han multiplicado los estudios y las técnicas que aconsejan el más eficiente uso de estos modos de divulgación, emparentados directamente con la guerra psicológica y sus distintos tipos de propaganda, -blanca, gris y negra,- y que van dejando poco margen para diferenciar a una de otra.

En la aplicación del cerco mediático es indispensable que el sujeto o el suceso acerca del cual se informa quede desprovisto, silenciado y aislado en sus medios propios, imposibilitado de brindar su propia interpretación de los hechos, la cual se hará entonces por parte de las grandes transnacionales monopólicas que darán la orientación que más les convenga, matizada con medias verdades, medias mentiras y especulaciones rodeando al hecho en sí.

Para ejercer ese control resulta fundamental contar con las fuentes primarias, o sea, las agencias de noticias o los corresponsales sobre el terreno, que contribuyen a dar un cierto grado de veracidad a esa versión testimoniante y forman parte del barraje que suele completarse con comentarios o análisis por parte de especialistas supuestos o reales.

El control monopólico de las fuentes de información y la inexistencia de alternativas obliga incluso a medios que traten de dar una información más objetiva y real a basarse necesariamente en la única versión que tienen y que, aunque venga por vías diferentes, es esencialmente la misma pues responde a los mismos intereses.

En estos momentos, los monopolios de la información tratan de imponer el cerco mediático y controlar el acceso de los medios a la información procedente de varios acontecimientos como los que ocurren en Siria, Ucrania o Egipto. Un interés especial también brindan a cuanto sirva contra Rusia y China, así como todo lo que se dirige  a provocar desunión y conflicto, encaminado contra la unión y la integración latinoamericana y caribeña.

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