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EE:UU: la amenaza nuclear que no cesa

13 de enero de 2017

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A juzgar por los últimos acontecimientos y las más recientes declaraciones emitidas desde el Imperio yanqui a través de quienes son o serán las máximas autoridades de ese país a partir de las próximas semanas, no hay lugar a dudas de que Estados Unidos continuará siendo potencialmente la mayor amenaza en el uso de las armas nucleares con respecto al resto de la humanidad.

Dicha condición le viene dada desde fechas ya tan lejanas como los bombardeos atómicos contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, cuando el entonces presidente Harry Truman avaló y ordenó ese crimen masivo sin precedentes, con el solo propósito de que Estados Unidos emergiera como única y triunfal potencia, vencedora de la Segunda Guerra Mundial, por encima de sus propios aliados y de la Unión Soviética.

Fueron los tiempos del monopolio nuclear estadounidense desaparecido años después cuando no tuvieron más remedio que compartir con la URSS ese poderío, con el cual continúan la habitual política imperial de amedrentamiento y chantaje, sirviendo como elemento de presión aun sobre sus socios de fechorías.

Hoy se conoce, por ejemplo, que el presidente saliente Barack Obama –Premio Nobel de la Paz– lanzó un plan de modernización del armamento nuclear superior a los 348 mil millones de dólares que incluye toda la parafernalia acompañante, esto es, misiles, bombarderos, submarinos, investigación y desarrollo.

Es público, y hacerlo así forma parte de las políticas amenazantes del Imperio, que suman actualmente más de mil setecientas las cabezas nucleares disponibles tanto en sus bases en tierra como desde submarinos y bombarderos. Es público también que 180 cargas tácticas se encuentran repartidas entre diversas bases de la OTAN en Europa, pero bajo control del mando militar estadounidense.

Al quedar relegados o sin efecto los acuerdos de reducción y control del armamento nuclear suscritos en algún momento con la desaparecida Unión Soviética, la modernización de este tipo de armamento se incrementó cualitativa y cuantitativamente, haciendo las delicias y el regocijo del poderoso complejo militar industrial, único beneficiario de tales dislates.

Si bien es cierto que la proliferación nuclear se ha incrementado en los últimos tiempos, a pesar de los diversos tratados vigentes amparados por Naciones Unidas y supuestamente acatados por los firmantes, es evidente que la mayor amenaza nuclear para el resto del mundo sigue siendo la que procede de Estados Unidos, que la utiliza como punto de apoyo a su política agresiva e imperial y cuenta con haberla usado ya en dos ocasiones, de lo cual algunos factores de poder aún se jactan en ese país.

Mientras se sigue abogando por la desaparición total de las armas nucleares de cualquier tipo, no puede dejar de denunciarse la amenaza nuclear que viene desde Washington y –según todo indica– no va a cesar.

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