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EE.UU. ¿Múltiples derrotas o “estado fallido”?

11 de noviembre de 2025

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Desde hace mucho tiempo, casi tanto como el tiempo que llevan intentando imponer su poder hegemónico sobre el resto del planeta, los gobiernos imperialistas de Estados Unidos y sus clases dominantes se atribuyen el derecho absurdo y delirante de calificar como “estado fallido” a toda otra nación que se niegue a acatar sus dictados imperiales o, simplemente, confronte determinadas dificultades o problemas que en muchos casos le son provocados o alentados por los propios gobernantes estadounidenses en ese mismo afán de hegemonía insatisfecha e insaciable.

Uno de los gobiernos imperiales que más se ha destacado en ese afán de más de dos siglos es, sin dudas, el régimen actual que rige los destinos del país en cuestión y busca con desesperación mediante amenazas y conflictos extenderlos así a escala global, mientras el mundo es cada vez más multilateral y se resiste a admitirlo.

Paradójicamente, es este régimen actual instalado en Washington el que ha cosechado sucesivamente desde que llegó la mayor cantidad de derrotas internas y externas a lo largo de menos de un año de mandato excéntrico.

Las últimas semanas han resultado catastróficas en tal magnitud, tanto en la esfera doméstica como exterior, que muchos advierten ya y se preguntan si no serán estas las expresiones de un “estado fallido”, más allá de los colosales errores que comete la actual Administración, guiada por un persistente aire de arrogancia, soberbia e ignorancia, agravado por la ineptitud y la improvisación que contrastan con el comportamiento elemental de quienes pretenden ser una superpotencia.

En este caso, sería un “estado fallido” con armas nucleares, lo cual aumenta su peligrosidad para el mundo entero -incluyendo los socios o aliados que puedan quedarle- y pone a pensar seriamente a académicos, investigadores, especialistas e historiadores acerca del fenómeno que está ocurriendo dentro de Estados Unidos y cuál será su rumbo probable.

Los sucesos internos y externos transcurridos rápidamente y convertidos en derrotas imperiales pueden tener diversas y dramáticas derivaciones si la fallida Administración se empeña en ignorarlos y busca desviar la atención o disminuir su gravedad en fomentar peligros de guerra o en la narrativa de supuestas agresiones en su contra. Las constantes campañas de amenazas, desinformación o sencillamente abiertas mentiras puestas en práctica no tienen precedentes. aunque también hayan fracasado y no dejen de ser un peligro latente.

Las votaciones más recientes en la Asamblea General de Naciones Unidas así como la suspensión por falta de consenso de la excluyente “Cumbre de las Américas”, ejemplifican esta situación de crisis de credibilidad y confianza política, a la que habría que añadir el fracaso de los Acuerdos sobre Gaza, burlados con impunidad por la entidad sionista israelí.

En el frente interno, al llamado “cierre del gobierno” se unió la elección de Kohan Madnani, como nuevo Alcalde de Nueva York -elegido formalmente por el Partido Demócrata pero cuyas ideas van mu cho más allá del bipartidismo clásico que ha sostenido al sistema, tras ser sometido a una campaña incesante y sucia en su contra por parte de los gobernantes actuales, puso en evidencia el masivo rechazo del electorado de la mayor y más influyente urbe del país, lo cual había sido comprobado días atrás en la multitudinaria manifestación “No al King”, preludio de la aplastante derrota electoral neoyorquina.

Ante tales disyuntivas el examen está convocado: ¿son simples derrotas transitorias de la actual y errática Administración o son expresiones más profundas de un “estado fallido”?

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