ribbon

EE. UU.: la ley antichina

2 de diciembre de 2019

|

 

El presidente estadounidense Donald Trump acaba de promulgar la ley antichina, aprobada por el Congreso de ese país de manera bipartidista, que confirme la intromisión imperialista en los asuntos internos de China e interfiere abierta y descaradamente en la situación creada por los propios Estados Unidos y sus servicios de inteligencia dentro de la Región Administrativa Especial de Hong Kong, reconocida internacionalmente como territorio bajo soberanía de la República Popular China.

Significativamente, la interferencia y el estímulo a la violencia por parte del gobierno de Estados Unidos tiene lugar en momentos en que ambas naciones se encuentran en plena negociación, tratando de llegar a acuerdos aceptables en su múltiple y decisiva relación económica y comercial, deteriorada con toda intención a partir de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en medio de sus contradictorios y absurdos delirios “proteccionistas” que en definitiva perjudican también a la población estadounidense, como ya demuestran las cifras y datos de la economía mundial.

Extrañamente también, la campaña antichina marcha en coincidencia con la cercanía del período electoral en Estados Unidos donde ambos partidos -republicanos y demócratas-, se despedazan en aras de sus intereses económicos, prebendas y privilegios.

La campaña antichina tiene matices electoralistas; fueron los demócratas los iniciadores y promotores de tal ley intervencionista y violadora de todos los principios y las normas elementales que rigen las relaciones internacionales como la Carta de las Naciones Unidas y la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas.

Al promulgarla, la Administración Trump pisotea y desconoce de manera arrogante la soberanía de China, que es hoy la segunda potencia económica del mundo -y la primera en algunos aspectos-, y muestra su nerviosismo y temor ante el desarrollo de una alternativa tan atractiva para los pueblos y gobiernos que buscan una relación de beneficio mutuo, sin explotación ni saqueo, como es el caso del Cinturón y la Ruta de la Seda, proyecto que ya engloba a casi 100 países.

El hecho cierto es que el gigante chino se ha puesto en pie y ofrece al mundo la posibilidad de una verdadera cooperación para el desarrollo sin necesidad de sacrificar la soberanía y la dignidad, en particular de los países del Tercer Mundo, de los cuales China se ha convertido en socio confiable y sin pretensiones imperiales.

En eso consiste el verdadero peligro de China para el sistema imperialista encabezado por Estados Unidos y ello explica claramente que dentro del propio imperio unos y otros sean cómplices en los propósitos de intentar debilitarla con ridículos planes intervencionistas.

La nación china ha respondido que actuará en correspondencia con esos ataques y lo hará con la habitual sabiduría, paciencia y experiencia heredadas de una cultura ancestral.

Comentarios