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EE.UU.: insólito forcejeo

1 de marzo de 2017

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La aparecida noticia de que el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no asistiría al tradicional banquete anual organizado por la Asociación de Corresponsales acreditados ante la Casa Blanca, marca un nuevo episodio de tensión en el insólito forcejeo que el mandatario mantiene con muchos de los principales medios de comunicación del país imperial.

Como se recordará, esos mismos medios montaron una dura campaña contra la candidatura de Trump durante la etapa pre electoral, desde que comenzaron las primarias dentro del Partido Republicano, a quien cubrieron de burlas, insultos y agresiones verbales de todo tipo que llegaron hasta los intentos por ridiculizarlo, negándole toda publicidad de ser electo.

Evidentemente, Trump no lo ha olvidado y desde que asumió su alto cargo en la Casa Blanca no perdió tiempo en descalificar y des caracterizar a esos medios de la llamada gran prensa, muchos de ellos considerados hasta hoy como “vacas sagradas” de la sociedad interamericana, jactanciosos de su indisputado poder y su capacidad de dirigir el peso de la opinión pública, lo mismo mediante la tergiversación, la omisión o la reiteración de cualquier invención o calumnia.

Tales hechos, no pocas veces denunciados inmediatamente por instituciones académicas, de periodistas, investigadores de opinión, gobiernos y organizaciones del carácter más diverso y las regiones más distantes, adquieren esta vez relevancia sin precedentes pues es el propio presidente de Estados Unidos quien lo hace.

Al convertirse en el vocero de tales afirmaciones y repetidas cada vez que tiene oportunidad, el actual inquilino de la Casa Blanca no hace más que confirmar muchas de las verdades denunciadas acerca de la sucia manipulación informativa por parte de órganos de esa titulada “gran prensa” estadounidense, que pretende extender su influencia hasta el exterior.

No quiere esto decir, por supuesto, que sean los medios informativos estadounidenses los únicos “astutos pero deshonestos” –como los calificara Trump– pues tienen émulos de la misma cuerda en España y en América Latina realizando semejante tarea y vinculados entre sí.

Independientemente de las motivaciones que hayan conducido a este insólito forcejeo, reflejo de las contradicciones que se han disparado entre diversos sectores de las élites de poder en el país imperial, no puede negarse la utilidad que han tenido, al airear los trapos más sucios del sistema desde los tiempos de la reciente campaña electoral.

Resultan una gran lección para la opinión pública estadounidense y del resto del mundo, que presencia estupefacto tal situación y observa detenidamente la posibilidad de aún más sorprendentes consecuencias.

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