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Economía burlada

26 de septiembre de 2017

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Se dice, y es correcto, que la economía nació para armonizar y regular las relaciones comerciales; pero, lamentablemente, los vicios del hombre la convirtieron en un arma de destrucción.

Así ha ocurrido en México, una nación con alto desarrollo macroeconómico que no se refleja en la vida del ciudadano común, pero sí en los que la utilizan para lucrar con el narcotráfico, el crimen organizado y otros males, casi siempre desde puestos de poder público, lo que hace que al Estado le importe un bledo las vidas perdidas por su mal manejo.

En estos días en que el país de los aztecas sufre por devastadores terremotos, no hay que olvidar que el fenómeno de la cultura de la corrupción allí existente es también un devastador movimiento y de todos los días.

Con el actual gobierno se profundizó la privatización, no solo del petróleo, que era una bandera del nacionalismo, sino todo un espectro de sectores que siempre deben estar en manos del Estado, como el agua, la luz, la educación, la salud, etcétera.

México es un ejemplo, malo, de como los funcionarios se convirtieron en socios y dueños de empresas, por lo que cambiaron las leyes laborales para convertir en esclavos modernos a todos los trabajadores mexicanos.

Algunas otras las pasaron a empresas trasnacionales; malbaratando las paraestatales por centavos norteamericanos. Sin embargo; para que esos pulpos consideraran invertir en México, los gobiernos mexicanos ofertaron una supermano de obra barata. Es así como el salario mínimo que hoy día debería oscilar en los 500 pesos mexicanos, como lo exige la ley.la clase política lo dejó en 72.

¿Y por qué no se dice nada? Porque los diputados, senadores, sindicatos, jueces y magistrados, así como los banqueros reciben su gratificación (los mexicanos le llaman “mochada”) de la diferencia de las cifras mencionadas en el párrafo anterior

No es atacar por atacar, porque siempre en nuestro país tenemos en alta estima todo lo que ha sucedido en las relaciones históricas entre ambas naciones. Pero en México proliferó la cultura del consumismo, que afectó todo tipo de relaciones, entre ellas las conyugales, debido a los salarios de miseria.

No es algo inocuo, porque la preocupación paternal se desvía, no hay la debida atención a los hijos, quienes se convirtieron en presas fáciles para enrolarse en el crimen organizado. La violencia viene de hombres y mujeres que fueron víctimas de la disfunción familiar, producida por la falta de una buena economía salarial. A esos niños hoy les lamamos terroristas, rebeldes, sicarios, guerrilleros, etc.; pero jamás lo que realmente son: victimas del sistema económico.

Tal sistema hizo que los políticos que eran a la vez empresarios se adelantaran a los grupos violentos que llegaron a dominar amplias áreas de la nación y controlaran el amplio mercado ilícito.

Es algo increíble, pero existe, y quienes visiten el país vecino se darán cuenta que políticos y delincuentes son lo mismo, fenómeno que algunos periodistas amenazados y aún no asesinados, llamaron narcometamorfosis, que se consolidó con la llegada de Enrique Peña Nieto, quien abrió Europa, Latinoamérica y El Caribe a los carteles mexicanos.

Los recientes terremotos, subrayo, afectaron a la nación, pero son momentos, que quizás no se puede comparar a la destrucción de la estima humana que deja la economía ilícita.

Leyendo la escasa prensa mexicana que nos llega podemos señalar que la internacionalización de las empresas ha arrojado casos como los denominados Casas Blancas, Panamá Papers, OHL, Odebrecht y el más reciente La Estafa Maestra, en la cual once secretarías gubernamentales desviaron 7,670,077,500 de pesos; utilizando empresas fantasmas y hasta universidades y tecnológicos para desviar este recurso, que, probablemente, será utilizado en las próximas elecciones (2018) para comprar el voto.

Hasta en la propia Universidad Nacional de México (UNAM), los laboratorios son utilizados para cultivar “Hydro” y procesar otras drogas, las cuales son vendidas a los estudiantes de la Ciudad Universitaria.

Todo forma parte de una economía ilícita que fortalece a las empresas mexicanas, para que se internacionalicen, sobre todo aquellas en las que se encuentran involucrados los políticos. Y gracias al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), han podido instalarse en EE.UU. para continuar con el lavado de dinero, desvío de recursos, evasión de impuestos, distribución de drogas, etc. Y en esas condiciones, bajo la mirada de desconfianza de los más poderosos Estados Unidos y Canadá, se gestiona un nuevo convenio en el que, seguramente, el más pequeño México saldrá aún más mal parado.

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