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Duterte, un año después

6 de mayo de 2017

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A un año de ser electo por abrumadora mayoría presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte sigue siendo violentamente combatido por loa medios occidentales de información, aparentemente por sus exabruptos y métodos violentos, pero, enrealidad por una política que disocia al país de Estados Unidos, que no obstante, sigue siendo su principal aliado en lo militar y tercer socio comercial.

Pero el futuro empeño del mandatario es seguir alejándose de la férula norteamericana y no participar más en ejercicios militares conjuntos, en tanto sigue su acercamiento a China, con la cual prefiere conversar tranquilamente sobre diferendos territoriales; pondera los logros vietnamitas y elogia los esfuerzos rusos para lograr la paz mundial.

Luego de una anterior relación de discordia con el anterior presidente norteamericano, Barack Obama, ha logrado distender la relación con EE.UU., gracias al interés del presidente Donald Trump en los métodos de Duterte para combatir el narcotráfico.

Precisamente, por el estilo rudo se comparó a Duterte con el propio Trump, pero en su corto gobierno ya ha cosechado éxitos en la lucha contra la delincuencia y la corrupción en las esferas oficiales.

Hombre de acción, emprende personalmente operativos para enfrentarse a la delincuencia, en la que utiliza al ejército, debido a la extendida corrupción policial.

Lo más reciente, y ello habla de su carácter, ha sido entregar armas a habitantes de la isla de Bohol, para combatir las acciones terroristas de una célula fiel al Estado Islámico, y ofrecer recompensas por la captura de siete cabecillas.

No hay que olvidar que Duterte gobierna unpaís donde la población ha sido mayoritariamente simpatizante de Estados Unidos, él único con esa disposición que yo recuerde en el área del Pacífico.

A ello coadyuvó haber tenido en su territorio enormes bases militares, una economía dependiente de los soldados norteamericanos, virtualmente de ocupación, que ayudaron a pervertir a una parte de la nación que había sufrido el coloniaje de Estados Unidos, que llegó a asesinar a un millón de filipinos para obtener su rendición total.

A pesar de haber tenido gobiernos venales, algunos de los anteriores lograron zafarse de los enclaves bélicos, aunque se mantuvo siempre elcontrol estadounidense, en tanto las inversiones foráneas ayudaron a desarrollar la economía, aunque no armoniosamente, incrementando las desigualdades y la miseria, ejemplo de lo cual han sido aquellos enormes basureros, donde han encontrado la muerte centenares de personas.

Duterte encontró una nación con datos económicos envidiables, pero, reitero, no pueden esconder una alta tasa de miseria.

Veinte años de experiencia como alcalde de Davao, una ciudad con más de un millón de habitantes, le han servido para ajustar métodos similares en el archipiélago, donde se propone que esa desigualdad desaparezca.

No será una tarea fácil porque las familias que han controlado ese país, con el paraguas protector estadounidense, trataran de impedir que dañe sus intereses.

Por el momento, y ello habla de que no solo es hombre, como dicen, de métodos violentos, pretende aprovechare de lo que los economistas llaman el dividendo demográfico, es decir, una evolución de la población que favorece el desarrollo económico.

El país asiático alcanzará los 150 millones de habitantes hacia 2050 frente a los 102 millones actuales, aumentando de forma significativa el número de personas en edad de trabajar y reduciendo progresivamente la población dependiente (los menores de 15 y mayores de 64 años). Obviamente esto puede ser un desastre, como lo fue en algunos países de Latinoamérica, si no se crean suficientes empleos, por ello el mandatario está intentado desde ahora financiar inversiones en infraestructura que propulsen la actividad económica.Conoce que una demografía favorable es una oportunidad limitada que hay que saber gestionar: con el tiempo la distribución cambia de nuevo y el país se encuentra con una población envejecida, como está sucediendo en varias naciones desarrolladas.

Es decir, Rodrigo Duterte tiene en sus manos no solo la oportunidad para limpiar a Filipinas de ese grave mal porla que atraviesan muchas naciones capitalistas: la combinación del narcotráfico y la corrupción; sino también sembrar parte de un futuro promisorio que, según su actitud y aptitud, logre una Filipinas con una mayor igualdad y esperanza de una mejor calidad de vida para todos.

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