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Duterte, impaciente

24 de agosto de 2016

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El nuevo presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, acaba de amenazar con abandonar Naciones Unidas, si continúan las críticas contra los métodos que ha estado utilizando para combatir al narcotráfico y la corrupción, estilo que utilizo durante casi dos décadas en la ciudad de Davao, cuando era su alcalde.
Davao fue “pacificado” y Duterte se gano el apodo de El Castigador, pero lo cierto es que se convirtió en popular y nunca sus victorias electorales pudieron ser cuestionadas.
Ahora, con menos de un mes en su cargo presidencial ha logrado hacer la diferencia con sus antecesores, todos los cuales, en algunas o todas las etapas de sus mandatos, fueron sindicados de corruptos y hepáticos, algo usual en una nación cuyo crecimiento económico es solo inferior a China, pero la desigualdad es abismal y la pobreza es sufrida por el 70% de la población, el 10% de ella en la indigencia.
Sin ánimo de justificar, lo cierto es que la desidia y anarquía ha imperado durante muchos años en Filipinas, una nación donde sus habitantesse acostumbraron a vivir de las más importantes bases militares norteamericanas en el mundo,en un ambiente de depravación, irrespeto y sumisión.
Siempre existieron rasgos libertarios, pero esporádicos, de poca duración, mientas abusos en la campiña y la brutalidad militar trataron de poner a cualquier brote insurreccional.
En todo este ambiente prolifero un abandono tal que el archipiélago se hizo famoso por sus ciudades-basurero, donde laboraban y Vivian -y viven- miles de familias que, como se dice comúnmente, no tenían donde caerse muertas.
Davao con Duterte se convirtió en la excepción, porque, además de atacar personalmente a los traficantes, logro que decenas de miles de personas abandonaran las drogas y propicio una mejor política educat iva y de salud en general.
Lo paradójico de todo esto es que nunca en Naciones Unidas se cuestionó seriamente a los predecesoresde Duterte, que propiciaban un ambiente banal, inmaduro, semejante al American Way of Life.
Ahora, que las cosas tomaron un cariz serio, surgen voces de todo tipo, posiblemente con razónalgunas de ellas en cuanto a la forma de combatir el mal.
Pero hasta ahora, cientos de políticos corruptos y funcionarios policiales van a ser llamados a los tribunales, muchosnarcotraficantes han sido eliminados físicamente en sus madrigueras y mas de 700 000 consumidores de drogas se plegaron al ultimátum dado por el mandatario.
Duterte ha admitido que todo debe ser completado con tareas didácticas, la mejora en la educación desde los primeros años de vida y la atención a la salud, en tanto ha asegurado que nunca permitirá que niño alguno muera de hambre por la falta de atención, como sucede cada vez que hay un tifón.

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