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Duda

17 de febrero de 2017

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El aún reciente triunfo electoral de la izquierda en Nicaragua fue un gran aliento para las fuerzas progresistas latinoamericanas, que han visto avanzar y triunfar a la derecha en varios países de América del Sur.

Allí controló mayoritariamente una hoy aborrecible asamblea legislativa en Venezuela, engañó y estableció un gobierno neoliberal en Argentina que despide a diestra y siniestra, y diputados y senadores envueltos en una gran corruptela llevaron a cabo un golpe de Estado anticonstitucional en Brasil, sin que nada pueda hacerse por el momento.

Pese a lo anterior, y de ese viejo dicho que dice más o menos que “guerra avisada, no mata soldado”, teníamos la certeza de que diez años de Revolución Ciudadanía no podrían borrarse de un plumazo en una boleta, y la correísta Alianza País ganaría el balotaje presidencial y legislativo de este domingo 19 de febrero.

Sé que cuando no hay una verdadera formación ideológica ni conciencia de clase la persona puede ser influenciada por cuestiones que aunque circunstanciales, no dejan de tener importancia.

De ahí que una campaña de los medios informativos, siempre con control mayoritario de la derecha, haya explotado con una sucia campaña todo lo relacionado con la crisis económica de los últimos tres años, en la que mucho ha tenido que ver la caída de los precios del petróleo; las terribles secuelas del terremoto y sus fuertes repercusiones telúricas que destruyeron una parte de la nación, y la ya indicada campaña de odio tergiversadora.

Se aprovechó la no comparecencia del presidente Rafael Correa, quien esta vez no intentó reelegirse, y presentó figuras con cierto carisma con supuestas intenciones de proseguir y mejorar las conquistas sociales, pero que, en realidad, van a desmontar el aparato gubernamental, privatizar las empresas públicas, entronizar el neoliberalismo y sacar a Ecuador de su participación en la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América y la Unión Suramericana de Naciones, para enquistarlo en la Alianza del Pacífico, donde le esperan con los brazos abiertos los socios de un Imperio que los utiliza, pero los desprecia.

En este contexto se deslizan los dos principales candidatos por la oposición, Cynthia Viteri y Guillermo Lasso, quienes, según las veleidosas y poco fiables encuestas (solo un posible punto de vista) encabezan la segunda y tercera opciones, entre los ocho aspirantes.

Como para poder vencer en la primera vuelta se requiere la mayoría de los votos o que, teniendo más del 40% tenga un 10% superior al aspirante que le sigue, se muestra indecisa la deseada victoria del izquierdista Lenin Moreno, vicepresidente de la nación.

Moreno propone transformar los ámbitos que emergen en la sociedad, con revoluciones específicas en lo político, ético la economía productiva y del trabajo.

Coadyuvador del Ecuador que empezó a emerger con Correa en el 2007, el proyecto incluso de la Revolución Ciudadana tendría con él un intento para hacerla más profunda en lo rural, social, ecológico, del conocimiento y las capacidades, cultural, de la justicia, seguridad y convivencia.

Además, lucharía por la transformación urbana y de los territorios, de la soberanía y la integración y de la juventud.

Es decir, ahondaría el proceso en lo que mucho que aún falta, en tanto sus contrincantes se cuidan mucho de no atacar los logros sociales, e incluso dicen que harán esto y lo otro en materias que han sido ya iniciadas o están actualmente muy avanzadas.

Como se puede apreciar, la necesidad de que la izquierda mantenga el poder en Ecuador es importante para todas las fuerzas progresistas, y así mantener el rumbo en el que los ecuatorianos controlan su destino.

Para ello debe comprenderse, y enmendarse, lo que el Presidente alertó en el discurso conmemorativo de los diez años de Revolución Ciudadana:

“La oligarquía tiene más conciencia de clase que los pobres y que la clase media. Este es un tema en el que se avanzó en el país, pero, además, una tarea pendiente”.

El domingo se podrá conocer, si no hay una segunda vuelta, si es o no es tarde para culminarla.

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