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Duda y certeza

18 de septiembre de 2018

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Confieso que tengo alguna duda sobre la composición de los refugiados nicaragüenses que fueron víctimas de ataques xenófobos en Costa Rica, ante lo cual actuó rápidamente en su defensa el presidente Carlos Alvarado, tras una exhortación del Arzobispado de Managua.

Duda porque, ciertamente, hay personas que huyeron a territorio costarricense ante el temor de ser alcanzadas por la lucha desencadenada por elementos contrarios al sandinismo, como parte del plan imperialista de desestabilizar y deponer por cualquier vía a gobiernos no simpáticos a Washington.

En lo que si no hay lugar a dudas es de que no tienen que ver con la Revolución Sandinista y la emigración económica como la que se ha producido en Venezuela, que ahora es nuevamente acogida por el gobierno de Caracas ante la actitud xenófoba en los lugares adonde habían ido: Perú, Ecuador y Brasil.

En lo que tampoco hay duda es en el cambio “de palo pa’rumba” del Presidente de Costa Rica, quien había llegado con una amplia votación al poder, porque preconizaba una política antineoliberal, de defensa de los logros sociales, de combate a la pobreza y de mejorar y ampliar los servicios de educación y salud.

Todo lo contrario al de su opositor en aquel momento, también de apellido Alvarado, pero Fabricio de nombre, defensor del neoliberalismo a ultranza, apoyado por elementos religiosos de extrema derecha, en fin, lo peor de la sociedad local.

Pero dos meses después de asumir la presidencia, todo se volvió al revés, con un Carlos que pasa más el tempo en cuestiones de carácter frívolo y un Fabricio que la ha prestado su equipo económico para virar al revés la vida del costarricense medio, en favor de la oligarquía y de los intereses allegados al imperialismo.

Este enfoque neoliberal, de un presidente y una organización (Partido Acción Ciudadana) que decían detestarlo, tiene como pretexto la contención del gasto público, lo cual hizo decir a Albino Vargas, secretario del colectivo sindical Patria Justa, que “Alvarado les entró a patada limpia a los trabajadores” y que ni siquiera “Óscar Arias y Laura Chinchilla fueron tan agresivos en contra de los funcionarios públicos”.

El sindicalista aseveró que el déficit fiscal no es culpa de la clase trabajadora y que no queda otro camino que la democracia de la calle, por lo cual se han sucedido masivas demostraciones contra la política oficial, que desemboco el lunes 17 en una huelga general.

Lo cierto es que el “democrático” mandatario se ha decidido por el autoritarismo en materia fiscal y empleo público, al tiempo que eliminó cualquier tipo de negociación, lo cual beneficia a los patrones, mientras hace crecer el desempleo y la pobreza.

Visto de cerca, se puede barruntar que, con tal de ganar las elecciones, Carlos Alvarado hipotecó y claudicó en la idea original del PAC y convirtió a su partido en la nueva socialdemocracia neoliberal, luego de la derrota moral, política y filosófica del anterior régimen de Liberación Nacional en las pasadas elecciones.

Visto de lejos, el giro abierto a la derecha del actual gobierno costarricense cumple con los postulados del plan del imperialismo hacia la región de cercar a los pocos gobiernos progresistas que luchan por la soberanía nacional.

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