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Drones, como mercenarios

11 de febrero de 2021

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Muchos hemos visto, y la mayoría sufrido, como un drone manejado a miles de kilómetros de distancia desde territorio norteamericano, asesinaba a civiles iraquíes, completamente desarmados, una de las causas del porqué Snowden decidió denunciar –al igual que WikiLeaks– los crímenes del imperialismo norteamericano, de los que no quería ser partícipe.

Eso fue hace algunos años, pero esos crímenes se siguen reportando, preferentemente en Afganistán, donde un drone causó la muerte a varios niños y personal sanitario en un ataque a un local bajo el control de Médicos sin Fronteras, a pesar de que Estados Unidos dice propiciar un clima para llevar la paz a la región que agredió y envió tropas a ocuparla hace 20 años, bajo el pretexto de combatir el terrorismo y basándose en una mal llamada ley patriótica, a raíz de los atentados a las torres gemelas neoyorquinas, World Trade Center.

Y es que, al igual que los mercenarios, los drones son armas sofisticadas utilizadas en la guerra global que sigue practicando el Imperio. Teatro de guerra no declarada, legislación inexistente, responsabilidad nula, es inherente a su belicismo deshumanizado, con víctimas que no distinguen entre civiles y militares.

El uso de los drones no está sometido a ningún tipo de control jurídico, las violaciones de los derechos humanos no figuran entre sus delitos. Así como Estados Unidos y otros estados no reconocen los Protocolos da Convención de Ginebra ni aquellos que rigen la Corte Penal Internacional de La Haya, estos serían los únicos capaces de juzgar a sus soldados, mercenarios o espías que cometieron crímenes de guerra o de lesa humanidad; lo mismo ocurre con los datos cometidos por los drones.

Esto les confieren una utilidad para el Imperio, luego de dar a sus efectivos una verdadera impunidad a escala global.

Según el Pentágono, los drones “son una nave que no lleva un operador humano a bordo y es capaz de volar bajo mando a distancia o programación autónoma”. Llegan a tener como mínimo 50 horas de autonomía de vuelo, con empleo civil o militar, para uso de información o bélico, pueden portar armamento, misiles o similares.

Sus precursores, las Bombas V, se utilizaron para el bombardeo de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. Israel las usó desde 1973 en sus numerosas agresiones, en el Líbano, Iraq, contra el pueblo palestino, y asesinatos selectivos, y es actualmente el principal exportador de estas armas.

Aunque no contamos con cifras actualizadas, Estados Unidos contaba en el 2015 con unas 13 bases en su territorio y cerca de 1 500 pilotos u operadores, y ya se estaban entrenando una cantidad mayor que de cazabombarderos.

Detrás de esto, con una política ya aplicada en el empleo de mercenarios como una verdadera privatización de la guerra, sus gestores son las mismas multinacionales que operan en todo el mundo, cosechando beneficios millonarios de los conflictos armados, incluso los no declarados, como también ocurre en el uso de los drones.

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