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Dime quién te odia…

19 de diciembre de 2016

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El control del Ejército Árabe Sirio de la ciudad de Alepo, la más importante y poblada de la nación, ha despertado la inquietud de toda una pléyade de elementos proimperialistas, sionistas y neoconservadores, quienes ahora ensayan nuevas maneras de proseguir la agresión, con la utilización de todos los grupos opositores, incluidos los terroristas “malos” del Estado Islámico y del Frente al Nusra, que han contado con armamento, logística y hasta asesoría de Estados Unidos, Turquía, Arabia Saudita y otras naciones, que junto con la inteligencia occidental e israelí han causado la guerra que  en cinco años ya tiene un trágico saldo de unos 400 000 muertos y millones de desplazados.

La virulencia enemiga lleva a difundir las más absurdas informaciones, valiéndose del control de los principales medios de comunicación, con la aquiescencia de una gran parte de los países miembros de la ONU, muchos de ellos engañados, y la casi totalidad del Consejo de Seguridad.

Hace algún tiempo leía informaciones sobre el odio que Francia, su poder oligárquico y colonial, han sentido contra Siria y el permanente deseo de someterla o desintegrarla.

Pero ello también se extiende a otras naciones imperialistas, como, por supuesto, Estados Unidos, y el Reino Unido, con Israel como aventajado odiador.

No puede extrañar que ese enemigo acumule tanto odio contra una nación cuyos líderes han demostrado en el curso de los años que no se arrodillan ante los gobiernos y el mundo corporativo y bancario de los países occidentales.

En este contexto, Siria tiene un banco central que administra su propia moneda de manera que sirva al pueblo sirio y no a los megabanqueros globales controlados por el entorno Rothschild,operando desde Nueva York, Londres, Frankfurt, Tel Aviv, Basilea y París.

Esto significa que el volumen de moneda que emite está correctamente sincronizado con las verdaderas necesidades de la economía real del trabajo, la producción, los servicios y todo aquello que resulta útil para la vida de los sirios, en lugar de operar subordinado a los deseos de un conjunto de financistas extranjeros parasitarios, usureros y especuladores.

Estos exigen controlar a los bancos centrales del mundo para poder así limitar artificialmente el volumen de moneda disponible para sus genuinas necesidades de la economía real, especialmente el crédito sin interés para financiar cosas útiles: plantas de energía, autopistas, redes de gas, viviendas, empresas privadas e innumerables otras iniciativas lícitas.


Fidel lo había previsto

Los megabanqueros exigen así obligar a todo actor productivo –sea público o privado– a tener que recurrir forzosamente a sus préstamos con sus mortales componentes de interés compuesto usurario. Así, como lo había previsto Fidel, inician la cadena mortal de deuda eterna que no puede hacer más que crecer, crecer y crecer, tal como lo atestiguan las “crisis de deuda soberana” que golpean a país tras país a lo largo de las últimas décadas.

Al limitar artificialmente el volumen de “dinero público” sin interés emitido por sus bancos centrales, se obliga a las naciones a tener que recurrir al ‘dinero privado’ (créditos bancarios) con sus intereses usurarios, manejado por los Rothschild, Rockefeller, Warburg, Goldman Sachs, HSBC, CitiCorp y JP Morgan Chase.

Claramente, una muy buena razón para que los banqueros parasitarios exijan la destrucción de Siria, que no tiene deuda con el Fondo Monetario Internacional y ha prohibido las semillas y alimentos genéticamente modificados

Siria dispone de importantes reservas de petróleo y gas en su territorio y costas afuera en el mar Mediterráneo, y colabora con Irán en la construcción de un enorme oleoducto sin la participación de las grandes petroleras occidentales, que han hecho todo lo posible para saquear primero y destruir después la infraestructura energética  en el curso de la actual agresión.

Son muchas más las razones por las que el Imperio y sus acólitos odian a Siria, pero basta lo anterior como una muestra de lo que son capaces de hacer y de como Siria, que tiene fuertes y consecuentes aliados, los combate consecuentemente.

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