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Dime quién te ataca…

31 de agosto de 2020

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Mali vuelve a ser objeto principal de un comentario en este portal, tras la actitud de Estados Unidos, Francia y otros integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte de condenar el golpe de Estado contra Boubacar Keita, pedir su reposición y amenazar al grupo militar ahora en el poder con cortar de raíz todo tipo de ayuda.
No hay que olvidar que tropas francesas, abiertamente, y norteamericanas, enmascaradas, se hallan desde hace algún tiempo en territorio maliense bajo el pretexto del combate al terrorismo, pero la realidad es que se trata de contener a los tuaregs, y su deseo de expulsar a las transnacionales explotadoras de las riquezas en el norte de la nación africana.
Lo curioso es que mientras EE.UU. bendice los intentos de golpe de Estado contra Venezuela y aplaude a los facinerosos que sacaron a Evo Morales de la presidencia boliviana, ahora se muestra molesto por la llegada de militares a Malí aparentemente libres de influencia extranjera y dispuestos a cambiar una Constitución hecha a imagen y obra de los ex colonialistas franceses.
Asimismo, se muestran conciliadores con las organizaciones internacionales, pero, al mismo tiempo, subrayan que enmendar algunos miles tomará su tiempo. Hasta ahora no tienen incluido ningún miembro de la etnia tuareg, que, en ocasiones, ha tenido en jaque a las tropas francesas enviadas allí.
El mandatario depuesto llamó a la conciliación y no reclamó su reposición, en tanto el apoyo popular a la junta militar es amplio y manifiesto.
Aún sin un programa oficial, la junta ha puesto en claro que hay que asegurar la seguridad alimentaria, y combatir a la pobreza, por lo cual es la principal línea de acción del grupo gobernante, cuestión expuesta por anteriores regímenes, pero siempre incumplida.
De ahí que, pese a presiones internacionales, la junta ha subrayado que necesita tres años para elaborar y hacer cumplir lo anterior, aprovechando el desarrollo de la agricultura, a la que está dedicado el 80% de la población.
Asimismo, en medio de la pandemia de la COVID-19 y la presencia del ébola, entre otras enfermedades, se tratará de garantizar la salud y la educación, lograr el acceso a las escuelas, vencer el analfabetismo y beneficiar igualmente la formación profesional y técnica, aprovechando que el 75% de la población es joven.
Otro aspecto es la de favorecer la participación del pueblo en la toma de decisiones, implementando una política de descentralización, que tiende a darle poder a la población en la base, es decir en el plano local, de manera que pueda solucionar los problemas básicos.
Es llamativo el apoyo femenino a los militares en el poder, así como la esperanza que tienen las mujeres que se pongan en práctica, y prometido en anteriores ocasiones, la política de microcréditos, de manera que ellas puedan crear sus pequeños proyectos, que ayuden a paliar sus necesidades, la de sus hijos y del resto de sus familiares.
Ya en otro aspecto, la lucha contra la pobreza requiere vencer la difícil situación geográfica, porque Mali no tiene acceso al mar, los suministros tienen que atravesar otros países, lo cual encarece su costo y llegan de manera tardía. En este sentido se han dado pasos importantes, porque se ha emprendido la construcción de carreteras, que ha permitido la comunicación con Guinea, Senegal, Gambia y Mauritania y Níger, todas naciones vecinas.
De ser aprovechado debidamente, sin el flagelo de la corrupción, este programa, aún no oficial, permitirá avanzar en la esfera económica y social.

 

ESPERANZA RENOVADA

 
Todas estas importantes cuestioneshan figurado en anteriores proyectos oficiales, pero con poco cumplimiento, De ahí que se haya renovado la esperanza de un mundo mejor para los malienses, que aún sufren la presencia de tropas extranjeras en su territorio y tienen que lidiar con los problemas surgidos desde hace mucho en el norte del país.
Este conflicto data desde la propia delimitación de Malí como nación en la Conferencia de Berlín de 1884, donde los países europeos trazaron una estrategia en la expansión colonial en África, repartiéndose el territorio en base a criterios económicos y sin tener ninguna consideración por las poblaciones locales, sus tradiciones y culturas.
En muchos casos se unieron etnias históricamente enfrentadas en un mismo país y desde su independencia los países reclaman la secesión (como ocurrió en Sudán). Esta configuración o conformación ha pasado a la historia con la expresión de que estos países se diseñaron “con regla y escuadra”. En el caso de Malí se percibe claramente al mirar sus límites geográficos en el mapa.
Los tuaregs son un pueblo bereber que habita en la zona norte y occidental del Sáhara y el norte del Sahel y que, en el caso particular de Malí, organizados en el Movimiento Nacional para la Liberación del Azarad, reclaman esta zona que comprenden las regiones de Tombuctú (ciudad más importante de la zona), Pidal y Guao, así como una pequeña parte de la región Monti.
Lo más importante en esta cuestión es que desaparezcan los tambores de la guerra y los militares que pretenden gobernar Malí emprendan el camino del diálogo y rechacen la injerencia extranjera.

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