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Dime quién te ataca…

25 de julio de 2022

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Por estos días los medios internacionales de derecha vuelven a arreciar sus ataques al gobierno de Nayib Bukele, aludiendo a las protestas de centenares de opositores contra el cada vez mayor poder que sustenta y en pro de los familiares de los detenidos bajo la acusación de ser integrantes de grupos pandilleros en El Salvador.

Alegan todo tipo de violación de los derechos humanos y denuncian lo que califican de control oficial en los sectores de la vida de la población.

Cuando se conoce que esos medios son encabezados por La Voz de América y otros órganos periodísticos de Estados Unidos y España se llega a entender que no todo es verdad, o que desbarran contra un gobierno que, a pesar de la crisis mundial, acaba de impedir que se suban los precios de los combustibles y de la electricidad para no dañar los bolsillos de las familias pobres.

Algunos despistados pudieran calificar de demagógico tal hecho, porque no quieren admitir que es el gobierno con mayor respaldo popular en el continente, con un 85% de apoyo, algo poco visto, a pesar de llevar casi tres años en el poder.

DatoWorld, que no es afín al gobierno sdalobadoreño, publicó este domingo 24 de julio -aniversario 41 del mandatario- los resultados de sondeos de opinión de este mes sobre la aprobación de 12 presidentes de Latinoamérica, y destacó la de Bukele, al que siguen el dominicano, Luis Abinader con 65%; y Xiomara Castro, de Honduras, con 58 %; en cuarto lugar, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, con 48%.

Un día antes, la encuestadora CID Gallup dio a conocer su encuesta de presidentes con mayor aceptación de la población, en la cual resaltó que el mandatario salvadoreño tiene el 86% de aprobación de la población; el nicaragüense Daniel Ortega es el sexto mejor evaluado y el peor de todos es el peruano, Pedro Castillo. Al respecto, se recuerda que Bukele acusó al Congreso de Lima de no dejar gobernar, así como sus intentos junto a la “justica” local de hacer fracasar cualquier emprendimiento positivo del Ejecutivo peruano.

Los resultados también determinaron que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no tiene poca aceptación, pese a la propaganda en contra, disconformidades y señalamientos de organismos internacionales.

Pero, encuestas o no, se sabe que Estados Unidos no está nada de acuerdo con la forma en que Bukele no acepta las “sugerencias” del gobierno norteamericano.

EE.UU se había opuesto a que Bukele convirtiera a El Salvador en la primera nación en el mundo en utilizar el bitcoin como moneda de pago, de que el mayoritario Congreso a su favor depusiera a magistrados y jueces de derecha que boicoteaban el ejercicio de gobierno y hasta llegó a apuntar una violación a los derechos humanos de los casi 50 000 pandilleros que han sido encerrados en el estado de excepción decretado oficialmente, pero no menciono que durante casi dos meses no se ha producido ni un homicidio en una nación siempre signada por la violencia.

 

BUKELE DA LAS GRACIAS

“Gracias a Dios, después de 3 años, los salvadoreños siguen satisfechos con nuestro trabajo… Y en porcentajes que ningún gobierno había logrado”, indicó el presidente Bukele. “Los que atacan, generalmente son los que perdieron privilegios o personas que ni siquiera conocen El Salvador o su historia”, añadió, refiriéndose a ciudadanos disidentes de la opinión oficial, o sectores sociales de oposición.

Cerca de nueve encuestas de opinión pública han revelado resultados favorables sobre el mandatario salvadoreño, durante sus tres años de gobierno. La gestión administrativa, las políticas para la contención de la pandemia del Covid19 y la aceptación popular han sido los principales criterios de evaluación.

Y es que en el tiempo que lleva al frente del Ejecutivo hay una serie de logros que desde la oposición se han negado o, en el mejor de los casos, ignorado. La violencia atribuida a las maras, una de las preocupaciones primarias para los salvadoreños de estratos sociales empobrecidos, se ha reducido a mínimos históricos. El manejo de la pandemia en términos sanitarios ha sido razonablemente bueno, y el gobierno se esforzó, con éxito, en garantizar con la entrega de generosos y repetidos paquetes alimentarios a la inmensa mayoría de la población, además de ayudas puntuales en efectivo.

La salvadoreña es una sociedad desigual y muy estratificada socialmente. Y esos logros bukelistas quizá no lo sean para quienes viven en zonas residenciales amuralladas y solo saben desplazarse en carro propio, o para quien su economía familiar no depende de la entrega gubernamental de arroz, frijoles y aceite. Pero cientos de miles de salvadoreños se lo han reconocido a Bukele en las urnas. En Ilopango, un municipio esencialmente obrero del extrarradio capitalino, el voto a favor del partido de Bukele duplica el recibido en Antiguo Cuscatlán, el municipio más próspero del país.

Un sector amplio de los periodistas creyó que para “abrir los ojos” de la ciudadanía bastaría con airear todo lo malo de Bukele —lo que indica el primer párrafo de esta columna— y excluir de sus agendas el descenso en la violencia homicida, las ayudas, las vidas salvadas en el polémico Hospital El Salvador, el inicio de la vacunación gratuita contra el COVID-19, o la recientemente iniciada entrega de computadoras y tabletas a los estudiantes de centros educativos públicos.

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