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Dilma a otra prueba de fuego

3 de enero de 2015

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Nada puede resultar fácil para la reelecta presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que se enfrenta a grandes y variados retos en un 2015, sobre los cuales la Presidenta ha expresado que “vamos a probar que se pueden hacer ajustes en la economía sin revocar derechos conquistados o traicionar nuestros compromisos sociales”.
Dilma ha sido capaz en su primer mandato de devolver la esperanza a millones de brasileños ahora beneficiados por planes de salud que llevan la medicina a los más intrincados lugares de ese gigante país; así como dar educación y otros servicios sociales desconocidos hasta hoy.
En sus discursos de inicio del nuevo mandato ha prometido que la economía volverá a crecer y que extenderá los planes de ayuda social a los más necesitados.
De igual forma se enfrenta a otro reto, el de abolir la corrupción, y sobre esta dijo que “debe ser extirpada”.
Respecto a la petrolera estatal Petrobas, expuesta a las más severas críticas internas y externas luego de que salieran a relucir indicios de corrupción, la mandataria a pedido defenderla de los enemigos internos y externos y eliminar todo aquello que atente contra el prestigio de la empresa y el país.
En estos próximos cuatro años, Dilma tendrá, además, que lidiar con un nuevo Congreso aún más fragmentado, con 28 partidos representados, y algunas alianzas del oficialismo que se pondrán a prueba pronto en votaciones importantes como el presupuesto.
“Pido a los señores y las señoras parlamentarias que juntemos las manos en favor de Brasil”, expresó la víspera, en momentos en que colocaba a la educación como la mayor prioridad que tendrá su gobierno.
En materia de política exterior, indicó que mantendrá el predominio en América Latina y el Caribe y definió a China, India, Rusia y Sudáfrica (que junto a Brasil forman el grupo BRICS) como “socios estratégicos globales”.
Pero consideró que también “es de gran relevancia” mejorar la relación con Estados Unidos, que durante su primer mandato sufrió con las revelaciones de espionaje de la inteligencia norteamericana a Brasil y a la propia Rousseff, según un despacho noticioso de BBC Mundo.
En el contexto actual, la mandataria brasileña se verá expuesta al asedio crítico de una oposición que quiere reconquistar sus privilegios y que se sintió muy cerca de lograrlo en la última segunda vuelta electoral donde Dilma venció por un margen para nada holgado.
Su fortaleza ante estos retos estará, sin dudas, en la consolidación de las conquistas sociales y su ampliación hacia sectores poblacionales todavía necesitados; a la vez que cumpla con su compromiso de poner coto a toda manifestación de corrupción y de estimular el crecimiento económico con la participación de todos los sectores involucrados en el mismo.

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