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Detrás de la fachada

18 de junio de 2015

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Puerto Rico o la Isla de la Felicidad, como siempre la ha denominado la propaganda norteamericana, sigue siendo presentada como un maravilloso destino turístico y de negocios, así como con otras cualidades que la elevan a nivel mundial.
Lo cierto es que la administración de esta colonia estadounidense, llamada pomposamente Estado Libre Asociado, no cabe en sí cuando llegan delegaciones interesadas en invertir, y las propias autoridades admiten la imperiosa necesidad de activar la economía y crear nuevos empleos.
Quedaron atrás los tiempos en que los puertorriqueños radicados en Nueva York regresaban a la isla para mejorar su situación económica.
Ahora, cada año, 45 000 puertorriqueños se marchan del país, debido a la inestable situación, lo cual se une a la baja tasa de crecimiento, que está haciendo disminuir una población que es ahora de tres millones y medio.
El abandono en algunos sectores ha provocado que, como hace una década, el agua para consumo sea cada vez menos potable, a lo que se une el ya habitual incumplimiento de las empresas embotelladoras privadas.
Pero donde más se advierte el deterioro es e00n la esfera de la educación, debido a los recortes presupuestarios y la merma en la matrícula de alumnos, porque muchos niños se han visto obligados a cambiar de escuelas y marcharse de sus comunidades, ante los graves problemas provocados por la recesión.
El gobierno dice que las cosas podrían empeorar, y advirtió que no tiene fondos para financiar sus gastos a comienzos del 2016, así como en el próximo quinquenio podrían cerrar cerca de 600 de las 1 460 escuelas públicas, con el fin de ahorrar unos 240 millones de dólares anuales.
Ello demuestra la desesperación y desconfianza que reina en Puerto Rico, donde la gente piensa que la única opción es irse del país con su familia.
La matrícula estudiantil ha bajado 41% en las últimas tres décadas y se espera que merme otro 22% en los venideros cinco años, según un informe del Boston Consulting Group, que firmó un millonario acuerdo con el gobierno para ayudar a reactivar el sistema educativo de la isla.
Buena parte de esta caída se debe a que muchos padres se marchan en busca de mayores oportunidades en Estados Unidos, incluidos numerosos maestros que son reclutados por ser bilingües.
Algunas escuelas han sido saqueadas y usadas por drogadictos, en tanto muchos critican la forma en que el gobierno manejó el cierre de escuelas, sin tomar en cuenta el transporte ni las necesidades de los niños que requieren de educación especial, el 30% de los alumnos.
Tal situación puede ser avalada en este reporte suscrito por The Associated Press:
“Las aulas de la escuela primaria Francisco Oller, que alguna vez estuvieron abarrotadas con el bullicio de los estudiantes, hoy son usadas por pájaros que anidan allí. De los árboles se cuelan hojas y por sus pisos pululan pedazos de vidrios de tubos fluorescentes rotos y hojas sueltas de tareas escolares, y sus paredes están llenas de graffiti.
“Ubicada a las afueras de la ciudad de San Juan, la escuela cerró en el 2012 y es uno de los más de 150 colegios que cerrarían sus puertas como consecuencia de una crisis económica que ha hecho que cientos de miles de personas decidan buscar fortuna en Estados Unidos a lo largo de la última década”.
Y esto es solo una parte del problema que tiene que arrastrar la colonia, la Isla de la Felicidad asociada al Imperio.

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