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Detener la agresión contra Venezuela

16 de marzo de 2015

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Al referirse a Venezuela, en su histórica carta de despedida a Fausto Teodoro de Aldrey del 27 de julio  de 1881, el Apóstol José Martí dejó sembrada para la eternidad la conocida frase: “Y de la América, a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me consagro, ésta es la cuna; ni hay para labios dulces, copa amarga; ni el áspid muerde en pechos varoniles, ni de su cuna reniegan hijos fieles. Dime Venezuela en qué servirla; ella tiene en mí un hijo”.
Nunca desde entonces hemos enfrentado un momento tan grave como este para recordar y asumir la frase martiana que el Comandante Hugo Chávez reiteraba en más de una ocasión.
La más brutal agresión imperialista yanqui contra la Revolución Bolivariana y contra la independencia y soberanía nacional de Venezuela, -en colusión con la oligarquía antinacional y antipopular que también traicionó a Bolívar,- parece asomar en las recientes semanas como consecuencia de la desesperación y la frustración de los enemigos repetidamente derrotados por todas las vías.

Ni los intentos de golpes militares, ni los golpes petroleros, ni la guerra económica, ni la guerra mediática, ni los sabotajes ni los asesinatos han podido doblegar a lo largo de casi 20 años la voluntad mayoritaria del pueblo de Venezuela, expresada de manera democrática y constitucional en 19 elecciones sucesivas tanto generales como parciales, referendos revocatorios y constituyentes.

La Revolución Bolivariana conducida por Hugo Chávez constituyó no solo un golpe sorpresivo sino demoledor para los imperialistas en la propia Venezuela, -primera reserva petrolera del mundo,- sino que su ejemplo, influencia y solidaridad con sus pueblos hermanos de Nuestra América se extendieron vertiginosamente por la región.

La Revolución Bolivariana marcí el punto de inflexión por tanto tiempo esperado y por el que dieron su vida miles de próceres y mártires de la liberación latinoamericana y caribeña y comenzó a hacerse realidad el sueño de los libertadores, avanzando realmente hacia la justicia y la libertad.

La Revolución Bolivariana y el contexto mundial que la acompañó favorecieron el camino exitoso de la unión y la integración de América Latina y el Caribe, donde  pueblos, gobiernos, partidos políticos y movimientos sociales tuvieron la posibilidad y la voluntad de crear estructuras solidarias e independientes del poder hegemónico imperial como CELAC, UNASUR, ALBA, CARICOM, MERCOSUR y otras,

La  prematura desaparición  física del  Comandante   eterno  Hugo Chávez  resultó  ser, -según parece,- la última e inesperada oportunidad que los imperialistas y sus socios concibieron como el momento propicio para la derrota de la Revolución Bolivariana.

Prepotentes y subjetivos como siempre, engañándose a sí mismos, no fueron capaces de entender en medio de su ambición y afán de reconquista, que la Revolución y todo lo que ella significa no es solo la obra de un hombre extraordinario sino la obra abrumadoramente mayoritaria de un pueblo entero que rescató su dignidad y sus derechos y está dispuesto a defenderlos.

Tanto amigos como enemigos lo ven hoy como una realidad bien clara: la agresión que se gesta no es solo contra Venezuela, sino contra todo el proceso de unión e integración latinoamericana y caribeña en su conjunto.

Nos regresa otra frase martiana para todos los tiempos. Esta fue dicha en la velada de homenaje a Venezuela, en la Sociedad Literaria Hispano-Americana de Nueva York (1892): “…pero a Venezuela, como a toda nuestra América, a nuestra América desinteresada, la hemos de querer y admirar sin límites porque la sangre que dio por conquistar la libertad ha continuado dándola por conservarla”.

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