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Desinformación y noticias falsas

2 de abril de 2018

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El indetenible desarrollo científico-técnico de las comunicaciones a partir de los inicios del siglo XXI y la aparición de las llamadas TIC han marcado con su enorme y múltiple influencia el curso de los acontecimientos mundiales de todo tipo y seguramente continuará haciéndolo en el futuro previsible.

Esa influencia se traslada a los campos de la ideología, la política, la economía y demás formas de vida de los seres humanos que habitan el convulso planeta actual como una realidad que no puede ignorarse.

Tampoco puede ignorarse que en medio de una sociedad capitalista y depredadora esos desarrollos suponen riesgos y peligros, sobre todo si están en manos de las mismas clases dominantes explotadoras y saqueadoras que los utilizan para perpetuar y aún agravar tal estado de cosas.

La utilización generalizada de esos extendidos medios a través de las “redes sociales” muestra hoy que se han convertido en terreno abierto a las más desvergonzadas e inusitadas prácticas de desinformación y noticias falsas (”fake news”). Aunque tales prácticas no nacieron con las TIC es indudable que la tecnología actual las convierte en más numerosas e inmediatas.

El presidente de Estados Unidos, por ejemplo, pretende hoy gobernar al mundo mediante sus constantes “twitter”.

Las iniciales ilusiones acerca de una mayor socialización o democratización de la información con la llegada de esas nuevas tecnologías están amenazadas por el control monopólico que se ejerce desde algunas capitales del mundo desarrollado, mediante unas pocas transnacionales, envueltas ya en escándalos de corrupción y espionaje.

Se ha llegado al punto de que la Unión Europea, preocupada por la situación, designó a un “grupo de expertos” en la materia que ya presentó su informe en el que muy cuidadosamente –como corresponde a esa entidad– llama a fomentar una titulada “alfabetización mediática” de los receptores, evadiendo así a la esencia del problema, a la vez que propone a los emisores suscribir voluntariamente un “código de principios”.

Simultáneamente, en los propios Estados Unidos tienen lugar las sesiones de las comisiones congresionales a las que deberán comparecer los directivos de Facebook, acusados de entregar su base de datos a una firma conocida como Cambridge Analytics, vinculada a la campaña electoral.

La Unión Europea se ha involucrado también en esta investigación, teniendo en cuenta que Facebook opera igualmente en territorio europeo y su comisaria de justicia, Vera Jourova, ha dicho que este caso “tiene amplias consecuencias para la democracia”.

Lo cierto es que los científicos e innovadores que con las más nobles intenciones originaron las TIC deben sentirse hoy frustrados, perplejos y hasta indignados, tal como le sucedió a Albert Einstein cuando supo que sus descubrimientos habían servido en buena parte para la creación de la bomba atómica.

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