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Descomposición social en México

28 de noviembre de 2014

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Quizás no sea este un título que diga algo original sobre la situación que vive la hermana nación mexicana, y más ahora con el grave caso de los 43 estudiantes normalistas que siguen desaparecidos, luego de haber sido víctimas de un  complot que implica a personeros del Estado y elementos del omnipresente narcotráfico.
Pero lo real es que hasta ahora ni este u otro anterior gobierno mexicano ha reconocido la existencia de decenas de miles de individuos enrolados en grupos paramilitares y al servicio de los carteles de la droga, al tiempo que no emprenden consecuentemente algo que pudiera comenzar a anular lo anterior: una política efectiva de desarrollo, empleo, educación, salud y progreso económico, y un replanteamiento general de la estrategia para mejorar la seguridad pública.
Quizás la excepción a lo anterior ha sido el reconocimiento del Presidente Enrique Peña Nieto de la debilidad institucional y su decisión de emprender una depuración general, que empezará por cinco estados. Ello ocurrió al tiempo que este miércoles 26 fue hallada una nueva fosa con once cadáveres a medio quemar y casi todos decapitados.
Personalmente, no había pensado en todos estos problemas  que enreda y atrasa a México, independientemente de los pasos que lo hunden aun más en el neoliberalismo, cuando rememoré a un conocido conductor televisivo de mi preferencia que fue asesinado en una de las guerras que libran continuamente grupos mafiosos adversos.
Así, el sucio trasfondo de esta situación fue clarificada hace algunos meses por el coordinador del Movimiento Ciudadano en la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal Ávila, en un libro en el que documenta la existencia en México de entre 180 000 y 200 000 personas entrenadas regularmente para realizar operaciones de exterminio criminal a través de organizaciones de corte paramilitar. también conocidos como el título de la obra: Escuadrones de la Muerte.
El ex gobernador de Zacatecas expuso que dichos comandos son una fuerza armada privada al servicio de siete grandes cárteles, 25 bandas locales, y 180 grupos diseminados que se dedican a una o varias actividades de la delincuencia organizada.
El también Secretario de la Comisión de Defensa Nacional, resaltó que existen grupos de autodefensa y paralelos que se alquilan para distintas tareas de forma ilícita, como rescates, extorsiones, secuestros, trata de personas y venta de droga.
La obra testimonial identifica la existencia de estos grupos de la muerte por género, edad y lugar de reclutamiento; en el primero establece que siete de cada 10 integrantes son hombres, aunque se comienza a reportar mayor presencia de mujeres.
Por edad, destaca que predominan los jóvenes de entre 18 a 29 años (40%); seguido por adultos de 30 a 49 años (29%); y en tercer término unos 35 000 niños de 12 a 17 años, a quienes se les asignan generalmente  labores de vigilancia, traslado de personas, mercancías y dinero, aunque a veces son utilizados en ejecuciones.
Por su lugar de reclutamiento, prevalecen los integrantes que provienen de algún cuerpo policiaco municipal, estatal o federal, así como del sector militar, al estimar que seis de cada 10 son ex policías o ex militares, mientras que cuatro son reclutados del sector civil.
NEGAR LO INNEGABLE
Pero lo cierto es que hasta ahora -independientemente del anuncio de una campaña de depuración- el Ejecutivo ha negado la existencia de estos escuadrones que se dedican al exterminio de personas y persiste en la misma estrategia que ha fracasado en los últimos años, además de que hay lugares donde no hay control institucional, y la gente paga impuestos al crimen por derecho de permanencia, seguridad, extorsión y trata de blancas.
Recuerdo un ejemplo que he reiterado en algunas ocasiones: la de un niño de 24 años que asesinó con una pistola a un candidato presidencial colombiano de izquierda a su llegada al aeropuerto de Bogotá. Pues en México sucede algo similar, y más numeroso,  y no hay que presenciar filmes para comprobarlo:
Niños reclutados por el narcotráfico que en su razonamiento dicen, “es mi trabajo”, al asesinar a decenas de personas, situación en la que incluso están envueltas numerosas mujeres, lo cual revela la falta de alternativas para subsistir dignamente en el llamado país de los aztecas.
En cuanto a los jóvenes normalistas de Ayotzinapa, originarios de Guerrero, el tercer estado más pobre del país, procedían de un lugar donde padres, profesores y alumnos eran considerados de mentalidad progresista y rechazaban plenamente la corrupción de la que acusaban al gobernador estadual y al alcalde de Iguala.
Tal escándalo no pudo ser ocultado, como en anteriores ocasiones, por lo que la acción oficial puso al descubierto decenas de fosas con centenares, quizás miles de víctimas de esos escuadrones de la muerte, que en los últimos años han causado 100 000 muertos.
Solo un gobierno honesto pudiera erradicar esta situación, por lo cual hay que impedir la posibilidad de que el crimen organizado imponga gobernantes y profundice la descomposición social entronizada en México.

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