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¿Desaparecerá la amenaza nuclear?

12 de julio de 2017

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El tratado internacional de prohibición de las armas nucleares recién aprobado por 122 países durante la conferencia especial que a esos efectos tuvo lugar en Naciones Unidas y resultó consecuencia de un pasado acuerdo de la Asamblea General de esa organización, está motivando ya –como era de esperarse–, el rechazo de algunos poseedores de armas nucleares, entre los que boicotearon o simplemente ignoraron la celebración de la citada conferencia.

De entre las llamadas potencias nucleares, fueron tres de ellas, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, las primeras en reaccionar y repudiar el acuerdo de la ONU que prohíbe no solo la fabricación de armas nucleares sino también su desarrollo, almacenamiento y amenaza de su utilización.

Como se observa, el acuerdo va más allá del tratado de No Proliferación de Armas Nucleares actualmente vigente, que busca evitar la proliferación de armas atómicas y la reducción de sus arsenales pero que, evidentemente, no ha tenido todo el resultado esperado desde los momentos de su puesta en vigor (1963) y prórroga posterior.

Desde inicios de su promulgación, la situación internacional y las amenazas de agresión, –por lo general desde países más poderosos hacia otros más débiles–, ha traído como consecuencia el surgimiento de algunos nuevos países poseedores del arma nuclear, quienes tampoco han suscrito el tratado de proliferación.

Esa peligrosa situación hoy se expande y no son pocos  los focos de mayor tensión donde aparecen involucrados países con armamento nuclear que lo esgrimen como potencial amenaza, entre ellos Estados Unidos. No obviar que la administración Truman tiene en su haber el lanzamiento –hasta ahora por única vez en la historia– de dos bombas atómicas contra la población civil de dos indefensas ciudades japonesas en 1945, cuando detentaban el monopolio atómico.

Suena ridícula, por tanto, la afirmación de Washington, Londres y Paris en cuanto al tratado recién aprobado en la ONU al decir que “no toma en cuenta las preocupaciones en materia de seguridad de aquellos países que mantienen estas armas, porque las mismas tienen un efecto disuasivo contra un posible ataque nuclear”.

América Latina y el Caribe dieron un claro ejemplo al resto del mundo en materia nuclear cuando suscribieron el Tratado de Tlatelolco, vigente y renovado, que nos convirtió en la única región del mundo con un compromiso jurídico de tal naturaleza, al que todos se incorporaron.

Doblemente meritorio, por el hecho de compartir el norte de nuestro hemisferio con una potencia nuclear como Estados Unidos, que incluso sostiene bases militares en Latinoamérica y el Caribe y extiende su dominio colonial hasta la isla de Puerto Rico.

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