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Desaliento francés

4 de julio de 2017

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El todavía flamante presidente de Francia, Emmanuel Macron, se dispone a cerrar las clavijas neoliberales que contiene su política, y hasta amenaza con un referendo si el Congreso interfiere con sus planes, a pesar de haber vencido en las  elecciones legislativas, luego del triunfo en las presidenciales.

El elector francés, incluido su siempre combativo obrero, es generalmente crítico, pero el cansancio ante una izquierda socialista que nunca lo fue, le dio una victoria inapelable a Macron y mostró una pasividad ante sus anunciadas reformas, que ahora se ven más al desnudo y con mayor énfasis del entreguismo que representa la doctrina neoliberal.

Porque Macron ya había ofrecido al pasivo electorado francés sus intenciones reformistas hac8a un mayor neoliberalismo durante las cinco semanas transcurridas entre las presidenciales y la votación legislativa del 11 de junio, sin mantener nunca un perfil bajo, por el contrario, en sus intenciones sobre política económica, social, de seguridad o europea. El presidente designó primer ministro a un miembro del partido conservador, Édouard Philippe, y asignó las carteras económicas del Gobierno a representantes de la misma familia política.

Incluso, antes de los comicios, el grupo que está detrás de la elección de Macron dejó filtrar algunos elementos de la intención neoliberal, que prevé flexibilizar las normas de contratación y despido, con el fin de preparar a la opinión pública antes de su aprobación definitiva.

Esto solo se hace cuando se conoce de antemano que tendrá una victoria segura, lo cual le permitió adelantar lo que ya ha hecho: prolongar el estado de emergencia e incorporar algunas de las medidas de seguridad más draconianas al derecho común, lo que permitiría perpetuarlas si se considera necesario.

Macron tampoco ha ocultado su voluntad de entenderse con la canciller alemana, Ángela Merkel, si sale reelegida en las elecciones del próximo mes de septiembre.

O sea, se avizora, si llega a cumplirlos, cinco años de macronismo con pocas opciones en su contra, aunque, pienso, alguna de ellas son alentadoras, a pesar de no contar aún con la necesaria fuerza para hacerse sentir.

En este contexto descuella La France Insoumise, el movimiento que impulsa Jean-Luc Mélenchon, quien ha sido capaz de interpretar correctamente el momento populista que vive Europa, de superar los corsés y tics derrotistas de la vieja izquierda.

Mélenchon está convencido, como antes Bernie Sanders en Estados Unidos, de que para que los de abajo sean capaces de poner fin a los privilegios de las élites, su propuesta no puede quedarse en la denuncia o en la resistencia, sino que precisa además de la promesa creíble de construcción de un nuevo orden más justo. Veamos algunos de sus enunciados: “Para plantar cara a la corrupción y los recortes, hay que plantear propuestas más solventes y verosímiles que las del adversario. Para construir una mayoría con los perdedores de la crisis, hay que sustituir las banderas rojas por las tricolores y la Internacional por la Marsellesa. Que la única forma de competir con el proyecto de ‘comunidad protectora’ del Frente Nacional –que deja fuera a una parte de los franceses, dividiéndolos y estigmatizándolos por el color de su piel– es disputarles la promesa patriótica de ´volver a poner Francia en orden´, de reconstruir un pacto social destrozado por la ofensiva codiciosa de los de arriba”

Aunque quizás esto no sea todo lo consecuente que un revolucionario marxista deseara, es lo mejor que se está proponiendo por una izquierda francesa que pudiera dar la batalla en el futuro.

Mélenchon, por un “tris” no pudo llegar a la segunda vuelta presidencial, ahogado por una propaganda mediática tergiversadora de sus intenciones, según él, de rescatar y a su “pueblo de Francia”.

Francia es el epicentro de la crisis de una Europa secuestrada por los poderes financieros Francia es el epicentro, este fin de semana, de la crisis que recorre una Europa secuestrada por los poderes financieros.

Al que haya tenido el privilegio de presenciar las movilizaciones obreras en demanda de sus derechos, el eterno inconformismo francés, piensa quema en cualquier momento, habrá un despertar frente al hoy triunfante neoliberalismo. No se entrañe que en un futuro no tan lejano se vuelva a recuperar, más firmemente, la democracia, el protagonismo popular, la soberanía y el respeto a los derechos humanos.

Esperemos que Mélenchon o cualquier otro con iguales y hasta mejores ideas, lidere al hoy desalentado pueblo que expuso hace casi dos siglos y medio las ideas de libertad, igualdad y fraternidad.

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