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“Derecho” de agresión

15 de julio de 2013

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La nación con más poder destructivo atómico del planeta, Estados Unidos, no solo no ha suscrito el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, sino que acaba de perfeccionar nuevos artefactos que aseguran la muerte a cada ser humano que resultara víctima. Así, luego de años de “mejoramiento”, y sin que se divulgara abiertamente por cualquier topo de prensa -controlada o no-, reprodujo el monstruoso parto del Robust Nuclear Earth Penetrador, un arma atómica de penetración en el subsuelo, que servirá para hacer explotar cargas de hasta cinco kilotones en objetivos estratégicos de países enemigos, que, según la inteligencia estadounidense, son unos 1 400 en todo el mundo.
Todo ello dentro del programa de desarrollo  de las llamadas minibombas nucleares, las cuales, según Physicians for Social Responsability (organización internacional integrada por físicos e investigadores), pueden hacer explosión a 15 metros de profundidad, lo cual destruiría todo en un kilómetro a la redonda y mataría directamente a los seres vivos de esa zona. Los sobrevivientes, si los hubiera, quedarían fatalmente irradiados. Washington no solo viola los acuerdos del Tratado, sino que se burla de este, al legalizar la denominada Doctrina de Derecho Permanente, que permite el uso preventivo de armas atómicas.
En otro artículo señalamos que EE.UU. prosigue habilitando cuidadosamente un plan de ataque contra Irán, presuponiendo el fracaso de las sanciones de todo tipo contra Teherán para que renuncie a su programa nuclear, sea pacífico o no.
Desde que el Gobierno iraní reanudara las actividades de enriquecimiento de uranio, la presión de Occidente, especialmente de Estados Unidos y la Unión Europea, sobre Teherán se está viendo incrementada, apresar de que Irán, al revés de EE.UU., sí es una nación firmante del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.
Este tratado reconoce el derecho de todo país a desarrollar un programa nuclear propio con propósito energético y no bélico. Mientras, desde Israel, y por boca del primer ministro, Benjamín Netanyahu, se instó nuevamente a realizar un ataque aéreo contra las instalaciones nucleares iraníes similar al israelí que destruyó un reactor atómico en 1982 en Iraq
Son países que poseen un extenso arsenal nuclear los que con más fuerza combaten la continuidad del programa iraní. Tras los numerosos tratados internacionales sobre la cuestión atómica que se han firmado a lo largo de las últimas décadas, se calcula que los arsenales se han reducido hasta las 20 000 cabezas nucleares operativas y armadas en el mundo, pero en 1985 se llegaron a contabilizar hasta 65 000. El primero que se firmó fue el Tratado de Prohibición Parcial de Pruebas (1963), por el que quedaban prohibidas las pruebas en la atmósfera, los océanos y el espacio exterior, pero fue incumplido repetidamente.
El más importante y que atañe a un número mayor de naciones es el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (1968 y prorrogado indefinidamente en 1995). Está suscrito por casi todos los países, entre los que no está Israel.
En su contenido está el eje de la discusión sobre el programa nuclear iraní. En él se establece que los países que no estuvieran en posesión del arma atómica en ese momento, renunciarían voluntariamente a conseguirla, pero con el derecho a desarrollar un programa nuclear con fines civiles.
Por su parte, los poseedores de arsenales atómicos se comprometían a no colaborar con ningún Estado para la consecución del arma y a facilitar ayuda y tecnología con el fin de desarrollar la investigación nuclear pacífica.
El Tratado de Prohibición Completa de Pruebas, suscrito en 1996, no ha entrado en vigor, porque las naciones más importantes no lo firmaron, aunque sí ha sido más esperanzador el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (1989), que sí supuso la eliminación de toda una categoría de esta clase de armas. Afectó principalmente a las que estaban instaladas en suelo europeo por EE.UU. y la entonces Unión Soviética.
Otros constituyeron un rotundo fracaso, como los de Limitación de Armas Estratégicas (SALT) y los de Reducción de Armas Estratégicas (START I y START II), finalmente boicoteados por la administración Reagan para dar paso al famoso “paraguas nuclear”, conocido como “Guerra de las Galaxias”.
Pero ni el anterior presidente George W. Bush, ni el actual Barack Obama dieron garantías  Tal es así que sigue plenamente vigente un documento secreto del primer gobierno de Bush -que se hizo público a finales de 2002-,  titulado Revisión de la Postura Nuclear, el cual  establece la “necesidad” de Estados Unidos de disponer de armas nucleares susceptibles de ser utilizadas contra China, Rusia, Iraq, la República Popular Democrática de Corea, Irán, Libia y Siria. De esa lista, por supuesto han sido borrados Iraq y Libia, que sufrieron agresiones y ocupaciones por fuerzas, militares norteamericanas. Todo en nombre del Derecho de agresión que se reserva el Imperio.

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