ribbon

Depredadores de Paquistán

22 de diciembre de 2014

|

Deleznable fue el atentado contra una escuela a  la que asistían hijos de militares paquistaníes, con un saldo de centenares de fallecidos y heridos, en su inmensa mayoría niños, reivindicado por una organización local talibán que, con ese acto injustificable, vengaba en seres inocentes la muerte de miles de pobladores de la región fronteriza con Afganistán, a manos del ejército y drones norteamericanos.
Ello forma parte de los continuados y sangrientos atentados suicidas en territorio paquistaní, donde el ejército realiza una nueva y controvertida invasión en la región tribal de la Provincia del Noroeste.
Allí,  presuntamente, trata de eliminar sostenes de la organización Al Qaeda –que incontables veces ha sido protegida por la inteligencia estadounidense-, lo cual llama a la reflexión sobre el quehacer de la política imperialista norteamericana en el centro de Asia, que siembra el caos en Iraq, arrasa sistemáticamente Afganistán y conspira contra la institucionalidad en Paquistán, a la vez que practica una política de tierra arrasada en regiones fronterizas.
Muchos dichos de paz, pero más abundantes hechos de guerra acompañan el deshacer del principal Estado terrorista del mundo, responsable de que los grupos fundamentalistas y sus atentados se extiendan anárquicamente.
No hay dudas de que como consecuencia de largos años de inestabilidad política, conflictos interétnicos y religiosos, presiones de Estados Unidos y guerras fronterizas, Paquistán se haya hoy en medio de un laberinto en el que imperan intereses ávidos del petróleo regional y los escollos a una respuesta oficial consecuente.
Las presiones a Islamabad no es algo nuevo: nacen desde su independencia en 1947, provenientes principalmente de Estados Unidos, molesto por la amistad de la vecina India con China y Rusia y su papel en el Movimiento de los Países No Alineados.
Así, la Agencia Central de Inteligencia empleó el territorio paquistaní para crear facciones opuestas a la presencia militar soviética en Afganistán, una de las cuales, el Talibán, con jóvenes reclutados en las escuelas islámicas, entrenada por el Servicio de Inteligencia Militar (ISI) de Paquistán, fue decisiva en la confrontación, e integró en Kabul un gobierno no dócil a Washington.
Los ataques del 11 de septiembre del 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono sirvieron de pretexto al régimen de Bush para acusar a los talibanes y a su aliado Osama Bin Laden, asesinado luego en Paquistán –cuando tenía protección de los militares locales-  como instigadores del hecho, a fin de lanzar una agresión que, según especialistas, ya había sido fraguada.
Para asegurar la “fidelidad” de los soldados paquistaníes, muchos de ellos pashtunes,  Estados Unidos utilizó los nexos de la CIA con el ISI, además de que parte de las tropas norteamericanas que permanecerán en Afganistán, han sido enviadas a Paquistán bajo el sobrenombre de “tropas especiales antiterroristas”.
ENTRE LA PARED Y LA ESPADA
No importa que los diversos gobiernos paquistaníes protesten contra las incursiones de drones y el bombardeo de la artillería estadounidense a zonas pobladas fronterizas, porque para Estados Unidos solo es válida aquella  afirmación hecha en el 2006 por el entonces secretario de Estado, Richard Armitage, quien dijo que su país “bombardearía a Paquistán y lo haría regresar a la Edad de Piedra, a menos que luchara contra Al Qaeda”.
Todo ello complica una situación en la que la violencia causa centenares de muertes y decenas de miles de refugiados, y conjuga con amenazas de cortar necesarias ayudas económicas a una nación nuclear con más de 170 millones de habitantes -97% musulmanes- contrarios a la “democracia” al estilo de Occidente.
El aumento de ataques ha llevado a muchos a especular que el gobierno de Barack Obama está acelerando su ofensiva a raíz del anuncio de la retirada de sus tropas de Afganistán, y pese a la muerte de civiles, funcionarios de inteligencia estadounidenses insisten en que se trata de una estrategia efectiva para reducir el número de oponentes.
Es decir,  EE.UU. “seguirá siendo una amenaza”,  aseguró Seth Jones, un especialista antiterrorista de la Corporación RAND al diario ‘The Washington Post’. “Con el retiro de las fuerzas estadounidenses, el drone puede ser el arma más importante contra grupos militantes”, agregó.
A su vez, la “Oficina de Periodismo de Investigación”, con sede en Londres, indicó que, desde junio del 2004, los ataques con drones terminaron con la vida de más de 5  000 paquistaníes, muchos de ellos niños, lo cual genera más venganza, como la deleznable y siempre injustificada que acaba de ocurrir contra una escuela de hijos de militares paquistaníes.

Comentarios