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¿Democracia? Sólo el nombre

21 de septiembre de 2018

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Muchos se preguntarán el por qué Jimmy Morales se ha podido mantener en la presidencia, a pesar de la creciente protesta general contra su gobierno, que incluye un llamado de atención de Naciones Unidas por el no permitir que se investigue la galopante corrupción que hace metástasis allí.

Lo más “bonito” es que fue electo como modelo de la honradez  y adalid en el combate a la delincuencia, al tiempo que contaba con un cierto carisma que le dio un programa cómico televisivo, un medio y labor que también ayudó, además de ser multimillonario, a Donald Trump en Estados Unidos.

Morales contaba, y cuenta, con el irrestricto apoyo de las fuerzas armadas y tiene la policía a sus pies, mientras baña en dinero a quienes comulgan con su política y lleva a la miseria al que no lo hace.

Se llegó a presentar como un  político socialdemócrata, de talante progresista, per o debajo del sombrero le salieron rápidamente las orejas de burro –con perdón del cuadrúpedo–, con una abierta derechización expresada por acciones peyorativas contra el pueblo, y evidente elusión para que no se le investigase por corrupción.

Ello conllevó a que expulsara al responsable de la comisión de la ONU que investigaba los casos de corrupción, en los cuales él tenía implicaciones por el dinero gastado en su campaña electoral; a lo que añadió el cambio de la Fiscal General y ya campaña de difamación contra el Procurador de Derechos Humanos de la ONU.

Además, bloqueó todo intento de acción ´progresista, como la ley por el aborto, y  mantuvo los privilegios de clase y aseguró la impunidad.

Pero el colmo de la soberbia presidencial llegó cuando, como apuntamos antes,  expulsó al delegado de la comisión que investiga la corrupción, con toda la plana mayor del ejército secundándolo.

O sea, envió un mensaje de fuerza, pisoteando los preceptos democráticos  falsamente exhibidos para llegare a la Presidencia.

Con esto se detiene cualquier intento de profundizar la lucha contra la corrupción que, más allá de ser una estrategia de Estados Unidos para “modernizar” la democracia guatemalteca, tuvo algunas implicaciones interesantes.

Ahora claramente puede verse que corrupción e impunidad seguirán inalterables, y se está golpeando a diestra y siniestra a los participantes en las demostraciones de protesta en una “democracia” que de ella sólo queda el nombre.

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