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Democracia Representativa y Democracia Directa

13 de septiembre de 2021

Por Fidel Vascós González

 

No existe la democracia absoluta y para todos los tiempos. A través de la historia se reconocen varios tipos de democracia. La “democracia representativa” surgió de la democracia liberal implantada por las revoluciones burguesas de finales del siglo XVIII que sustituyeron a las monarquías feudales, donde el soberano era el Rey designado por inspiración divina y perpetuado en el poder por herencia de padres a hijos. La principal característica de la nueva democracia, revolucionaria para su época, era la declaración de que el soberano ya no era el Rey, sino el pueblo, y que éste ejerce sus poderes mediante representantes electos que son los que toman las decisiones.

En poco tiempo este sistema perdió su capacidad de respuesta ante los intereses populares. Los “representantes”, designados mediante elecciones cada cierto tiempo, se fueron transformando en burócratas, en políticos profesionales vinculados a partidos políticos específicos, también surgidos al calor de la “democracia representativa”. En la realidad, el pueblo dejó de ser el soberano y los “representantes” se convirtieron en los nuevos soberanos. El armazón de órganos y cargos públicos, aunque proclamaba actuar a nombre de todos los ciudadanos, se fue oponiendo cada vez más a los intereses del pueblo hasta transformarse en su contrario, con muy pocas excepciones en aspectos concretos. En esas condiciones, el Estado capitalista se impone sobre la sociedad civil, la cual no decide los asuntos públicos.

Otra característica principal de ese tipo de democracia es la doctrina de la independencia de los poderes legislativo (que elabora y aprueba las leyes), ejecutivo (que administra y ejecuta las leyes) y judicial (que sanciona a quienes no cumplen las leyes). Según esta doctrina cada poder actúa en esferas distintas, sin subordinarse unos a otros y con determinadas reglas en sus funciones y relaciones, de manera de establecer un equilibrio para supuestamente impedir que uno de los poderes se sobreponga sobre los demás.

Sobre la base de la experiencia histórica acumulada, las fuerzas políticas y sociales progresistas han promovido variantes institucionales para alcanzar la democracia para toda la ciudadanía. En rechazo a la democracia representativa, se formulan nuevos conceptos; entre ellos, la “democracia participativa” y la “democracia deliberativa”.

En la “democracia participativa” no solo se ejerce el voto electoral de la “democracia representativa”, delegando en los representantes las decisiones estatales, sino también se considera la voz de los afectados por esas decisiones, antes de hacerlas firmes. La “democracia deliberativa” da un paso más a favor del interés popular y no solo plantea que se oigan a los afectados, sino que se delibere con ellos los asuntos que van a ser aprobados por los órganos estatales. Su forma más desarrollada la constituye un debate nacional, incluyendo los medios masivos, entre funcionarios estatales, expertos y opinión pública, que permita difundir los distintos criterios sobre el tema en discusión, antes de la toma final de decisiones.

Una nueva era en materia de democracia se inauguró con la Revolución Socialista de Octubre de 1917 en Rusia, al establecer un nuevo tipo de Estado consistente, al decir de V. I. Lenin en su libro el Estado y la Revolución, en “el proletariado organizado como clase dominante” para “la conquista de la democracia”, sustituyendo al poder estatal burgués. Y continuaba Lenin: “Y cuanto mas intervenga todo el pueblo en la ejecución de las funciones propias del poder del estado, tanto menos necesario será este poder.”

Después de la muerte de Lenin, la URSS y los países socialistas que surgieron no han logrado aplicar plenamente estas concepciones leninistas acerca del Estado y su dirección directa por la mayoría de la población. En definitiva, el llamado “socialismo real” no trascendió la democracia representativa; introdujo el partido político único, al cual se le subordina el Estado y la sociedad; practicó el carácter vitalicio en la ocupación de los mas altos cargos partidistas y estatales, y aplicó restricciones a la libertad individual de los ciudadanos en los campos de la economía y de la política.

Mi criterio es que el socialismo está llamado a crear una nueva forma de democracia, superior a la burguesa y su “democracia representativa”, donde se reconozca definitivamente y en la práctica que el pueblo es el soberano y que no lo son sus representantes electos. No basta que la ciudadanía sea consultada por sus representantes para que luego sean éstos los que tomen las decisiones finales. La nueva democracia socialista debe caracterizarse porque sea el pueblo quien decida directamente los asuntos públicos y sus acuerdos sean vinculantes para toda la sociedad, incluyendo a sus representantes, quienes deben rendir cuenta individual y transparente de su actuación ante los ciudadanos.

También opino que la democracia socialista debe eliminar la independencia de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, y establecer el poder supremo y único del Estado en el parlamento, al que se le subordinen los demás. Algo similar expresó Marx refiriéndose a la Comuna de París al decir: ““La Comuna no había de ser un organismo parlamentario, sino una corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al mismo tiempo…”

Lenin fue mas lejos al decir: “La Comuna sustituye el parlamentarismo venal y podrido de la sociedad burguesa… los parlamentarios deben trabajar ellos mismos, deben aplicar ellos mismos sus leyes, deben comprobar ellos mismos los resultados, deben responder personalmente ante los electores.”

La plena democracia socialista puede alcanzarse con una Democracia Directa en la cual los ciudadanos deciden los asuntos de Estado sobre temas de la política interna y externa, así como de la administración nacional y local.

La teoría y la práctica de la Democracia Directa aún están en ciernes. No hay consenso entre las diferentes legislaciones y autores acerca del contenido y las formas que puede adoptar la Democracia Directa. En apretada síntesis, entre sus modalidades pueden identificarse las siguientes: el referendo, el plebiscito, la consulta popular, la revocatoria de mandatos, la rendición de cuentas; la iniciativa legislativa, popular o ciudadana; el derecho de petición; la consulta previa; la asamblea de vecinos; el cabildo abierto; la audiencia pública; la auditoría ciudadana; el consejo deliberante (vecinal, estudiantil, etc.); la gobernanza; la planificación participativa; el consejo de seguridad ciudadano; la entrevista individual o grupal “cara a cara”; el contacto telefónico; el Defensor del Pueblo; la democracia directa electoral; el veto; y las acciones pacíficas de calle autorizadas por las autoridades competentes.

La característica principal de la Democracia Directa consiste en que las decisiones adoptadas por los votantes en determinadas modalidades son vinculantes, o sea, de obligatorio cumplimiento por el Estado y la sociedad.

Ya en Cuba se aplican varias modalidades de la Democracia Directa. Se destaca el referendo popular, de carácter vinculante, mediante el cual el pueblo aprobó las Constituciones de 1976 y de 2019. También es un ejemplo cubano la Democracia Directa Electoral, en el caso de los delegados municipales del Poder Popular, donde los propios electores deciden los candidatos a incluir en la boleta de votación, sin interferencia de otras instancias. En el IV Congreso del PCC, en octubre de 1991, Fidel Castro se refirió a la Democracia Directa Electoral con las palabras siguientes:

“En nuestro concepto el Partido no debe postular a nadie…”

“Nuestro sistema electoral es el mas democrático de los existentes… porque es el pueblo el que postula”.

“Ningún país del mundo tiene aquello de que el pueblo postula. En el capitalismo postulan las maquinarias políticas de los partidos, le imponen sus candidatos al pueblo, les imponen sus diputados.”

Refiriéndose a Cuba, expresó: “…va a quedar como el único sistema del mundo donde el pueblo es el que postula. Volvemos a las elecciones directas de la democracia griega, pero sin esclavos, sin gente privada de derechos.”

“… solo en el socialismo puede haber democracia, solo el socialismo puede desarrollar la democracia.”

Lo que corresponde en nuestro país es el perfeccionamiento de todas las modalidades de la Democracia Directa que ya se aplican, pues no todas cumplen plenamente sus objetivos ni son expeditas en sus procedimientos, así como avanzar en la aplicación de otras modalidades a nivel nacional y local. Un paso decisivo sería convertir en vinculantes determinadas decisiones que acuerden los ciudadanos participantes en estas modalidades decidiendo directamente los asuntos públicos.

Hay quienes formulan argumentos para rechazar la Democracia Directa. Mencionan la incompetencia y la falta de responsabilidad cívica de los electores, que no superan los conocimientos y responsabilidades de sus representantes; la influencia de demagogos y populistas que pueden desviar negativamente la acción electoral de los votantes; la compra del voto mediante dinero; sobrecarga y fatiga de los electores por la cantidad de veces que deben acudir a las urnas; la redacción de las preguntas puede ser manipulada y engañosa. Estas y otras desviaciones pueden ser evitadas con una estricta vigilancia sobre ellas y una labor de preparación y formación política para elevar la conducta cívica de la ciudadanía, especialmente con la acción práctica de los propios votantes en el proceso de aplicación de la Democracia Directa.

Deseo destacar que el ejercicio de la Democracia Directa no está resuelto. Hay que ir observando sus resultados para rectificar las desviaciones que surjan, pero defiendo que es un camino para empoderar a la sociedad civil en los asuntos públicos, objetivo aun no alcanzado plenamente por el socialismo.

Los métodos de la Democracia Directa no pueden limitarse al ámbito del Estado y tienen que abarcar también a los partidos políticos y a las organizaciones sociales. En el caso de Cuba, ratifico la necesidad de la existencia de un partido político único y rechazo el multipartidismo, de pésimos antecedentes en el país durante el siglo XX antes de 1959. El PCC puede ajustar su organización y funcionamiento a la Democracia Directa pues se ha declarado que no constituye un partido electoral, por lo que no decide los candidatos a los cargos electivos de los órganos estatales. A su vez, sería una oportunidad para lograr que no sustituya a la administración pública ni a las organizaciones sociales y de masas, tendencia que existe y se ha criticado por la dirección partidista. La influencia del partido político único no le viene dado por un precepto constitucional ni por imponer decisiones administrativas al Estado y la sociedad, sino por su efectivo trabajo en la educación política, moral y ética de los ciudadanos, mediante métodos de convencimiento y persuasión basados en la justeza de su programa, el prestigio personal y político de sus dirigentes y militantes, la mas amplia democracia interna, su vinculación estrecha y permanente con las masas, así como en su capacidad de escuchar y convencer, reafirmándose como la fuerza que convoca, forma e inspira al pueblo en la lucha por el cumplimiento de los intereses populares esenciales: la construcción del socialismo y la defensa y desarrollo de la Patria.

De igual forma, las organizaciones sociales y de masas deben aplicar en su vida interna las modalidades de la Democracia Directa, rindiendo cuenta de su actuación solamente ante sus miembros y la legislación vigente. En nuestro caso, deben suprimirse los llamados “órganos de relación” que subordinan las decisiones de estas organizaciones a la aprobación de determinados ministerios.

Estoy convencido de que la inmensa mayoría del pueblo cubano, protagonista de una profunda revolución social verdadera y, a su vez, formado por ella, está en condiciones de avanzar hacia una Democracia Directa en Cuba socialista.

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