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Degradación humana

11 de diciembre de 2013

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La policía de Estados Unidos mata entre 375 y 500 personas cada año y la mitad de ellas padecen enfermedades mentales, según una investigación publicada en los diarios Portland Press Herald y Maine Sunday Telegram donde, incluso, ejemplifican varios casos, entre ellos el de Kayla Xavier Moore, quien sufría esquizofrenia paranoide cuando fue ultimada.
La noticia recorrió el mundo y, al parecer, su impacto, más que todo, tiene que ver con la degradación humana en instituciones como la policía norteamericana.
De acuerdo con un despacho de IPS, Kayla, de 41 años, no se había tomado los medicamentos para su enfermedad cuando un vecino llamó a los servicios de emergencia porque estaba muy agitada y necesitaba ayuda profesional. A la casa acudió la policía y cuando su vecino pensó que la llevarían al hospital psiquiátrico y luego la devolverían a la vivienda, resulta que los agentes de la occidental ciudad de Berkeley descubrieron que Moore tenía una orden de arresto pendiente y decidieron detenerla. Al intentar esposarla, Moore, quien además era afrodescendiente, se resistió y fue ultimada.
Moore no protagonizó un disturbio ni representaba peligro alguno, dijo su hermana María a representantes de esta comunidad del estado de California.
“Cuando usted pone sus manos sobre alguien que es esquizofrénica paranoide, que no confía en la policía, esa persona va a resistirse”, explicó. “Si se hubieran detenido por un minuto… a escuchar y enterarse de la situación, Kayla estaría viva”, enfatizó.
Varios policías de Berkeley realizaron un curso de 40 horas en Capacitación para Intervenciones en Casos de Crisis (CIT, por sus siglas en inglés), pero ninguno estuvo presente durante la detención de Moore, y el Equipo Móvil para Crisis, integrado por técnicos en salud mental, ya había terminado sus actividades a las 23 horas.
“Si va a tener una crisis de salud mental en Berkeley, asegúrese de hacerlo en horario de oficina”, advirtió el comisario de Salud Mental de la ciudad, Paul Kealoha, en una reunión comunitaria.
Otro caso reflejado en la citada investigación refiere que en Burlington, en el nororiental estado de Vermont, la madre de Wayne Brunette llamó a la policía y les dijo que su hijo adulto, que tenía un historial de enfermedad mental, estaba actuando de manera irracional.
El jefe de policía dijo al diario Burlington Free Press que cuando los agentes llegaron, Brunette salió “con una pala de mango largo y puntiaguda y avanzó hacia los oficiales de manera amenazante”. Dos minutos más tarde le dispararon y mataron a Brunette, padre de dos hijos.
También se evidenció que Else Cruz, de New Rochelle, Nueva York llamó al 911 en busca de ayuda médica para su marido, que estaba intranquilo. Cuando llegó la policía, les explicó que él padecía de esquizofrenia y trastorno bipolar, pero que no estaba armado. Minutos más tarde, el hombre murió tras recibir balazos en el pecho.
Otro ejemplo es el de Mohamed Bah, de 28 años, estudiante de finanzas del Bronx Community College, fue muerto a tiros por la policía de Nueva York en el barrio de Harlem. Como en otros casos, el incidente sucedió luego que su madre llamara al 911 para pedir asistencia médica, esperando una ambulancia.
Ejemplos son muchos como grande es la indignación de padres, hijos y hermanos que ven morir a sus seres queridos enfermos, de manos de quienes por ley están habilitados para protegerlos.

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