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De la risa a la repulsa

24 de octubre de 2017

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Hace casi dos años que Jimmy Morales, ex cómico de la televisión y actual mandatario guatemalteco, dejó de provocar risas en el auditorio que ahora ya no sigue sus chistes, sino su actuar y posible vinculación con la corrupción que corroe a la sociedad de esa nación centroamericana.

Llegó a su primer año de gobierno, en enero, con solo 20 por ciento de apoyo popular, 60 por ciento menos del recibido cuando resultó electo para la primera magistratura. Algunos dicen que es por su inexperiencia en política, aunque la mayoría considera que es por su vinculación con las estructuras criminales existentes en el aparato estatal.

Poca ayuda ha recibido de sus familiares más cercanos. Un juez retiró los pasaportes a un hijo y a un hermano, por hechos de corrupción, vinculándolos con el mandatario. El director de un instituto de investigaciones de esa nación,  Edgar Gutiérrez, considera que “Morales no ha formulado una sola política pública, su aparato gubernamental está atrofiado y tampoco ha cumplido la promesa de luchar contra la corrupción y establecer la transparencia. Ha sido un presidente anodino”, concluyó en reciente entrevista.

El hecho más reciente que lo vincula con la corrupción fue el haber recibido durante nueve meses un plus salarial de unos 60 mil dólares, gracias al llamado Bono Extraordinario de Responsabilidad que le reconocía el ostentar el cargo de Comandante General del Ejército.

Incluso la Corte Suprema de Justicia rechazó, a mediados de octubre dos solicitudes de antejuicio contra Morales, quien esquiva por segunda vez este año una investigación de esa instancia y, más aún, que su caso llegara otra vez al Congreso.
Poco después de su primer año en la casa de gobierno, el conocido sociólogo guatemalteco Carlos Guzmán-Bockler, precisó “con él, la gente esperaba un cambio que no se ve por ninguna parte. El hartazgo con los políticos de siempre llevó a la gente a apostar por una cara nueva, para terminar llevando a la presidencia a un cómico de la farándula barata”.

Evidentemente Morales no será quien elimine la pobreza extrema en que viven seis de cada 10 familias guatemaltecas, mucho más grave en las zonas rurales, lo que se traduce en exclusión social de la mayoría de la población.

Lo ha demostrado en sus casi dos años al frente del Ejecutivo. Si como actor fue capaz en algún momento de hacer reír a su auditorio, como Presidente solo ha logrado la repulsa popular a su gestión de gobierno.

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