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De esta izquierda se habla poco

27 de septiembre de 2019

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Algunos lo califican como un gobierno de centroizquierda, pero es más de izquierda por como dice y hace, con un primer ministro socialista apoyado por comunistas y otras fuerzas progresistas que han dado la tónica revolucionaria, sin exageración, en un panorama europeo cada vez más de extrema derecha.

Y ha sido tal su éxito en estos últimos años de gobernanza, que es favorito en las elecciones de este octubre entrante en Portugal, luego de desafiar las ordenanzas de la Unión Europea (UE) a la que pertenece, sin pretender su salida de una entidad contraria a su ideología progresista y que defiende primordialmente los intereses patronales.

El gobierno de Antonio Costa, respaldado por un grupo minoritario en el Congreso, llegó al poder en plena crisis, la cual ha dejado atrás, sin  aceptar las condiciones de austeridad que impone la UE, desarrollando la ecónoma cada año, rebajando el desempleo a poco más del 6% y desapareciendo la pobreza en el país ibérico.

Grecia, España, Francia y otras naciones europeas tuvieron que sacrificar  la cada vez más amplia masa de desposeídos, pero Lisboa no lo hizo y salió airosa, por lo que ahora Portugal será una voz importante en el tan recargado debate sobre la modificación de las normas fiscales que rigen en la eurozona.

La mayoría de los miembros de la eurozona cree que las reglas se volvieron demasiado complejas y los críticos las consideran o demasiado rígidas o demasiado débiles. Costa sostiene que él demostró que existe otra manera.

Mario Centeno, el ministro de Finanzas de Costa, es central en el diseño de las políticas económicas de la UE como presidente del eurogrupo de ministros de Finanzas. Fue elegido para ese cargo, y muchos lo ven como un reconocimiento por su éxito fiscal, después de que Wolfgang Schäuble, entonces ministro de Finanzas de Alemania, lo describió como el Cristiano Ronaldo de sus pares en la UE, refiriéndose al futbolista estrella portugués.

Para muchos de la izquierda europea, Costa es el primer ministro que demostró que se puede lidiar con la crisis financiera sin destruir puestos de trabajo y el estándar de vida.

Para otros, Costa simplemente tuvo la suerte de beneficiarse de la marea de recuperación global, caída de los precios del petróleo, boom del turismo y una fuerte reducción del costo del servicio de una de las deudas más pesadas de Europa. Afirman que ese giro habría sido imposible sin las compras de bonos soberanos que hizo el Banco Central Europeo.

 

Principal logro

Daniel Traca, decano de la Escuela de Negocios y Economía Nova en Lisboa cree que el principal logro de Costa está en que la recuperación benefició a la mayoría de las personas vulnerables. Esto, aseguró, convenció al país de que “las cuentas públicas sólidas son compatibles con la cohesión social”.

Sin embargo, para sus opositores políticos, la afirmación de Costa de que venció a la austeridad es mera retórica para lo que, en el mejor de los casos, es una “austeridad light”. Lo acusan de hacer prestidigitación fiscal, porque compensó los recortes del impuesto a las ganancias con mayores impuestos indirectos y equilibró los libros invirtiendo menos en el sector público. Pero esto lo dicen los políticos de centroderecha y derecha que tuvieron la oportunidad de hacerlo, pero no lo hicieron.

Si bien no fue tan traumática como la experiencia de Grecia, el rescate de Portugal fue doloroso. En un esfuerzo por controlar la inmensa deuda, estabilizar a los precarios bancos e introducir reformas pro crecimiento, Lisboa negoció un programa de austeridad 2011-2014 con la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo, la denominada troica, a cambio de un rescate de unos 78 000 millones de euros.

Le siguieron años de sufrimiento económico. El entonces gobierno de centroderecha conducido por Pasos Coelho hizo drásticos recortes del gasto en salud, educación y beneficios sociales y redujo pensiones estatales. Subieron los impuestos. En el sector público, se amplió el horario laboral y se congelaron el salario mínimo, los sueldos, la contratación de personal, y los ascensos.

La “estrategia de consolidación fiscal” de la troica exigía que el déficit presupuestario de Portugal bajara de 11,2% del Producto Interno Bruto (PIB)  en el 2001 a 4,5% en el 2014, incluyendo partidas extraordinarias. La cuenta corriente pasó a tener superávit porque la demanda interna se derrumbó y se obligó a las compañías a exportar. Sin embargo, la deuda pública siguió creciendo, ya que en el 2014 alcanzó el 130% del PIB, un máximo récord.

Decenas de miles de empresas quebraron durante la peor recesión en casi 40 años. La red de contención social estaba estirada al punto de quebrarse porque el desempleo era superior a 17%, lo que dejaba a más del 40% de los menores de 25 años fuera del mercado laboral. Emigraron cientos de miles de trabajadores capacitados y mayormente jóvenes, una pérdida de más de 4% de la población activa entre el 2008 y el 2016.

 

Rechazo al neoliberalismo

Costa, que fue intendente de Lisboa durante los años de crisis, acusaba al gobierno de Pasos Coelho de usar el rescate como “cobertura” para su agenda neoliberal de reducir servicios estatales, recortar costos laborales y privatizar activos públicos. “El rescate empobreció a la nación, dijo en el 2015, ya que creó puestos de empleo para enfermeros, pero en el Reino Unido, y no en Portugal”.

Una vez que asumió como presidente, empezó a atrasar el reloj. “La troica redujo 30% los salarios del sector público y pensiones estatales, nosotros les devolvimos ese 30%”, dijo. En el término de dos años también revirtió las medidas de austeridad, lo que significó modificar horarios laborales, vacaciones e impuestos, al mismo tiempo que elevó 20% el salario mínimo.

Bruselas era profundamente escéptica y estuvo cerca de multar a Portugal por permitir que el déficit llegara a 4,4% en vez del acordado 2,7%. Pero en mayo del 2016, la Comisión lo otorgó una prórroga de un año para cumplir con la meta. Desde entonces, Portugal supera sus metas de déficit; el déficit de 0,5% del PIB registrado en el 2018 fue el más bajo en los últimos 45 años.

Mientras que Portugal se acerca al déficit cero este año, Italia tiene problemas para mantenerlo por debajo de 2% del PIB, muy por encima de la meta de 0,8% fijada por la UE y sólo después de que la coalición populista de Roma acordó demorar las medidas expansivas.

Cierto, no todo es perfecto, pero comparado a otros gobiernos en situaciones similares, el de Portugal se esmeró en mejorar elk sistema de salud con la contratación de 9 000 empleados adicionales desde el 2015. También anunció un programa de inversión nacional a diez años diseñado a inyectar 20 000 millones de euros en proyectos de transporte, energía y medio ambiente.

Con más virtudes que defectos, este gobierno, que aspira a la reelección, ha hecho que este país marche mucho mejor, sin tener que vender la soberanía.

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