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De criminales y suicidas

8 de septiembre de 2014

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No importa que ahora diga el presidente norteamericano, Barack Obama, que investigará por fin las denuncias del saqueo del aun exiguo dinero del presupuesto para atender a los soldados norteamericanos que regresan de los frentes de combate víctimas de efectos traumáticos y en innumerables ocasiones de la contaminación producida por las propias armas norteamericanas utilizadas contra el enemigo.
Producto de ello es el número de suicidios que sigue en aumento entre las filas de ex soldados de los cuales muchos se niegan a denunciar que padecen enfermedades por radiación atemorizados de represalias contra ellos y sus familias.
Es increíble, pero la degeneración acerca del tratamiento a quienes regresan de las guerras es tal que ni de asomo se asemejan a aquellos que dieron su vida por creer en una causa justa, como cuando marcharon a Europa y, sobretodo, al Pacifico.
Muy lejos están aquellos días en que se enaltecía la memoria de figuras de músicos que, como Glenn Millar y la banda del Ejército que dirigía -muertos al caer su avión en el mayor de los océanos- efectuaban sus numerosas presentaciones ante las tropas en las inmediaciones del frente de guerra, llevándole desde la romántica At Last hasta esa joya parafernálica de instrumentos de vientos contenida en American Patrol.
Si de memorias enaltecedora se vivía y soñaba entonces, las bombas atómicas lanzadas contra Hiroshima y Nagasaki, y la era del macartismo y de persecuciones contra el comunismo primero y el “terrorismo” después, fue la de las pesadillas y sus hijas, las agresiones, con fracasos en gran escala en Corea y Vietnam, que ya conllevaron a pensar que “no todo era fácil”, mientras comenzaban a vislumbrarse las etapas suicidas que hoy rebasan lo imposible.
TERRIBLE MUESTRA
No solo los ejemplos publicitados de Iraq y Afganistán, con su manada de torturadores hasta la muerte, son ejemplos para el título de este comentario, sino que algunos de sus protagonistas intentaron y hasta llegaron a suicidarse.
Ahora se investiga, subrayo, qué se ha hecho con el insuficiente dinero para atender esos y otros casos que regresan de las guerras de agresiones, y se habla de asignarles más fondos al respecto, mientras se elude hablar claramente y darle la debida atención a quienes sufrieron las secuelas de las armas que Estados Unidos experimentó primero en Iraq, luego en Afganistán y nuevamente en territorio iraquí.
Aunque es imposible que pueda eludir su participación en esas situaciones, el Pentágono la niega, como pasó con el sonado caso de uranio enriquecido (que Israel también utilizó en su más reciente genocidio contra el pueblo palestino de Gaza).
Los voceros del Congreso no tienen autorización ni siquiera para insinuar que los efectos del uranio enriquecido en el campo de batalla posea algún peligro para los soldados norteamericanos, aunque no se necesita ser un científico de proyectiles para entender que la lluvia radiactiva subsistente por ese tipo de armas pondría en amenaza de muerte a cada soldado que las maneje.
Veamos lo que dice Christopher Bollyn, de American Free Press, una de las pocas fuentes que escapa a veces al control de la ultraderecha:
“Lejos de los radiactivos campos de batalla de Iraq y Afganistán, se pelea otra batalla. Esta guerra, es sobre el uso de las armas de uranio empobrecido –enriquecido- (UE), que esta siendo peleada entre los militares de alto rango y los hombres que entienden el daño del UE, antiguos doctores militares y científicos nucleares. Esta guerra es por la verdad sobre las armas de uranio, y las consecuencias de su uso, y ha sido luchada por más de 13 años… ”
Sin embargo, la mayoría de los norteamericano ignoran esta batalla histórica, ya que el Pentágono ha usado su poder para evitar que la información acerca del UE alcance al público. John Hanchette, editor del USA Today, en una entrevista con Leuren Moret, dijo que había escrito algunas nuevas historias acerca de los efectos del UE sobre los veteranos de la guerra del Golfo. Cada vez que estaba listo para relatar las devastadoras enfermedades que afligen a los soldados, el Pentágono llamaba al USA Today y le presionaba para que no la publicara.
CONTRA POBRES Y ENFERMOS
El doctor Doug Rokke, veterano del Ejército. ha afirmado que “nuestro sistema médico militar está tornando su poder oficial contra los pobres, enfermos, y asustados jóvenes soldados quienes amaron su nación grandemente y creyeron cada palabra de justificación de la guerra que dijeron los oficiales de Washington … estos pobres soldados están ahora muriendo por los conocidos, y predecibles efectos de nuestras armas”.
Pero también están siendo amenazados con perder su posición y beneficios médicos, si demandan lo que ellos deberían esperar, No debe extrañar que muchos se suiciden. ¿Recuerdan al marine Kenton Shatzer quien sufrió quemaduras graves y tuvo que ser trasladado a un centro de quemados en Texas? El es el hijo de Vaughn Shatzer, a quien le dijo que, antes de su accidente, dos marines de su unidad se habían suicidado. Así que, esos soldados lucharon bajo un estrés mental y físico extremo.
Se piensa ocultar con alguna cifra monetaria o una atención sanitaria que debía haberse realizado desde el principio, el hecho de que el Pentágono pueda ser descubierto no solo en el caso del uranio enriquecido, sino también en la acción de ocultamiento de la cifra de militares que se suicidan a consecuencia de las guerras que desata para beneficiar al Complejo Militar-Industrial.
Tal ocultamiento es muestra de la efectividad de la propaganda con la cual los norteamericanos han sido alimentados, y de la complicidad controlada de los medios de comunicación.

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