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De casta le viene a Trump

24 de julio de 2017

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El más acaudalado presidente de Estados Unidos ha hecho de la persecución a las minorías una de las tareas ardientes de una controvertida política, independientemente de que ahora trate de aminorar algún impacto que pudiera ser negativa para las relaciones internacionales.

Así, la disminución de las expulsiones de indocumentados mexicanos ha disminuido en un 30%, imaginándome que ha sido un obsequio a la política del actual gobierno de Peña Nieto de apoyar todos los andariveles de la Organización de Estados Americanos contra el gobierno de Venezuela, como si democracia al estilo occidental pudiera blasonar.

Las acciones judiciales fuera del alcance del presidente Donald Trump han disminuido algo, no todo, la persecución de musulmanes dentro del país y el no permiso de entradas a otros, todos de naciones que no le son muy afines, entre las que no se encuentra naturalmente Arabia Saudita, a cuya monarquía llegó a acusar, durante su campaña electoral, de estar involucrada en las acciones terroristas contra las torres Gemelas neoyorquinas y el Pentágono, en Washington.

Y es que hay mucho dinero de por medio, grandes inversiones a conquistar, y ello estimula un pensamiento que ya de por sí, desde hace décadas, subraya lo reaccionario, especialmente en el asesinato de negros, generalmente impunes.

Un amigo de Georgia decía que el melocotón, estandarte de ese estado norteamericano, es tan intrínseco a la mayoritaria población blanca y racista como la de la eliminación de afronorteamericanos, miles de los cuales fueron quemados vivos hace varias décadas allí, y cuya resonancia sigue viva.

Porque aún con lo dicho antes, subrayo, siguen vigentes y en movimiento propuestas de construir un muro que impida la entrada de los mexicanos, así como otras vías para negar lo mismo a los musulmanes, con la utilización de una retórica antiinmigrante, en la que culpa a los extranjeros, pobres, claro, de todos los males, que tiene Estados Unidos, que son muchos.

¡Ah, eso sí!: Trump se enorgullece de su familia, porque siempre ha sido un buen hijo y admirador de su padre Fred, a quien siempre ha tratado de imitar, tal es su amor.

Aunque negó desde un principio que su progenitor fuera miembro del tristemente célebre grupo supremacista blanco Ku Klux Klan (KKK), la historia no miente, ya que revela que Fred había sido arrestado en 1927 en Nueva York por encabezar una protesta en una parada en Queens, siendo liberado dos días después.

Otros hechos de índole racista vinculado a algunos otros familiares fueron señalados posteriormente por The New York Daily News, The Washington Post y The New York Times en el 2016, aunque nunca con la trascendencia de la del papá, pero esto en definitiva, no es nada que pueda agobiar al multimillonario mandatario, quien se ha caracterizado por ensalzar la violencia e insuflar prejuicios contra las minorías, todo en un lenguaje digno de cualquier dirigente del KKK.

Como relatan historiadores, el Ku Klux Klan fue fundado en 1866 en Tennessee por ex funcionarios de la Confederación, con el propósito de intimidar a los negros sureños, especialmente a aquellos que querían ejercer el derecho al voto, cuestión que se extendió a minorías étnicas y religiosas.

Antes que finalizara esa década de los 60’, ya el KKK se había extendido por gran parte de Estados Unidos, y su lista de amenazas se había ampliado a inmigrantes, homosexuales y mujeres que trabajaban fuera de sus hogares. En la segunda década del siglo XIX, creció dramáticamente en las ciudades septentrionales, principalmente en respuesta al arribo de ciudadanos católicos del Este y Centro de Europa, hecho por el cual se produjo la protesta de Queens en la que fue detenido el padre de Trump.

Dos días después del triunfo del actual presidente hasta el momento se han estado sucediendo miles de conductas de odio contra las minorías en numerosas dependencias del país, principalmente por los estudiantes universitarios blancos.

Lo cierto es que, desde el triunfo de Trump, la sociedad de Estados Unidos vive momentos de polarización, en la que ocurren protestas antigubernamentales que desde hace rato no se veían, hechos violentos contra las minorías raciales, sobretodo la afronorteamericana, y un avance significativo de los grupos supremacistas blancos liderados por el KKK que, como apuntara un portal colega, mantiene de plácemes a los racistas en Estados Unidos.

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