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De casta le viene a Martinelli

22 de abril de 2014

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La oreja ultraderechista y contrarrevolucionaria ya le salía en sus lujosas vacaciones en Miami, cuando Ricardo Martinelli Berrocal se convirtió en el único presidente latinoamericano en no estar presente en la constitución de la Cumbre de la Comunidad Latinoamericana y Caribeña (CELAC) en La Habana, un hecho histórico que daba relieve a la dignidad de cada mandatario, por muy conservador que fuera.
En este contexto, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, rompió relaciones diplomáticas con Panamá por conspirar Martinelli contra la nación, y aseguró que será pronto un prófugo de la justicia de su país, por realizar manejos irregulares en la ampliación del Canal de Panamá.
Nacido en Panamá, el 11 de Marzo de 1952, este ultraderechista político y empresario multimillonario dejará de ocupar la presidencia panameña en julio entrante, cargo al que accedió tras vencer a entes divididos, en medio de escándalos financieros y hasta con “fajazones” con arnulfistas simpatizantes del fascismo y la ex presidenta Mireya Moscoso, una anterior buena amiga y muy vinculada a la mafia contrarrevolucionaria miamense.
El tener dinero a raudales le ha valido para comprar muchas conciencias de inconscientes y entrometerse en negocios multivariados, vendiendo una propaganda que le presenta como artífice de importantes infraestructuras, siempre bajo el signo de la privatización y nada de intervención estatal.
Como de  casta familiar le viene su hegemonismo económico,  Martinelli es director de 99 empresas y suscriptor de 139 más, y ha violado los derechos de los trabajadores bajo su férula. Controla la administración del Estado, los medios de comunicación, propuso la disminución de los impuestos a los ricos, no menciona un aumento general de salarios ni creación de empleos, tampoco plantea la protección a la producción agrícola e industrial nacional.
También durante su gestión aprobó y firmó  el tratado de libre comercio con el gobierno de Estados Unidos, de donde saca pingües ganancias, así como con sus vínculos con los mafiosos “barones” de los negocios en Italia.
JUICIO EN VEREMOS
La oposición aseguró que cuando termine la presidencia, será juzgado por negocios ilícitos en Italia, y aunque no creemos que ello sea posible, porque la justicia en el capitalismo se vende generalmente -no siempre- al mejor postor, se sabe que en este 2014, en Italia, el empresario Valter Lavítola, vinculado a Martinelli, se enfrenta a cargos de corrupción internacional por desvío de dinero sucio a paraísos fiscales.
Según la Fiscalía de Nápoles, la compañía Impregilo fue presionada para concretar una promesa incumplida por el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi. El compromiso era construir un hospital pediátrico en la provincia panameña de Veraguas a cambio de la adjudicación de las obras del Metro de Panamá a la misma empresa.
Finalmente la licitación del Metro no fue adjudicada a Impregilo –que sí forma parte, por otro lado, del consorcio que trabaja en la ampliación del Canal de Panamá–, sino al grupo español-brasileño FCC-Odebretcht, por lo que la empresa italiana se negó a construir el hospital prometido.
En una entrevista del diario panameño La Prensa, el periodista español Joan Solés, radicado en Roma, denunció el intento de soborno y las amenazas de muerte realizadas por elementos vinculados a Martinelli que no quieren que participe en una investigación judicial que pudiera indicar la participación del mandatario centroamericano en sobornos de alrededor de 800 millones de dólares.
Al respecto, e inquirido de cómo queda el prestigio de Panamá con este escándalo, Solés estimó:
“Una parte del mundo no sabe nada, a otra le importa un pepino y el resto no consigue entender qué pasó. Ya es bastante difícil para los magistrados italianos, figúrese para el lector. Pero en las cancillerías de todo el mundo esto no pasa desapercibido. Al contrario, toman nota. Italia y Panamá tardarán en recuperar la confianza, que solo será posible si hay cambios.
“En Italia han cambiado el gobierno … , se toma distancia con los gobiernos problemáticos…  En Panamá quizás sea necesario terminar de una vez con el presidencialismo e introducir cambios constitucionales con un jefe de Estado garante, sin Poder Ejecutivo, y un Ejecutivo sin poder de jefatura de Estado, que se complementen, controlen y reequilibren… No lo sé, es asunto de los panameños y ellos decidirán”.

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