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Cuña para dividir

23 de julio de 2013

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Ya fracasó el ALCA en época de George W. Bush, y ahora su sucesor,  el actual mandatario de Estados Unidos, Barack Obama, debió buscar una fórmula, no solo para asociaciones económicas y comerciales ventajosas, sino para influir negativamente contra el creciente movimiento integracionista, de solidaridad y cooperación que se genera en América Latina.
Así Washington optó por jugar sus cartas: una Alianza del Pacífico y otra Asia Pacífico (sin China) en la que se involucran naciones de ese continente, fórmula que actúa como cuña para fomentar la división e influenciar con el anzuelo del libre comercio, principalmente ante gobiernos más frágiles y dependientes de la gran potencia.
Los ya existentes Tratados de Libre Comercio entre la nación del Norte y los gobiernos de Chile, Colombia y Perú constituyen ahora el trampolín deseado para que abandonen los mecanismos integracionistas latinoamericanos más populares y se encaminen al otro modelo, el netamente capitalista y depredador de todo lo que sea unidad entre pueblos y colaboración en beneficio de la independencia y la soberanía.
Para algunos analistas que hacen de voceros de Estados Unidos, la Alianza del Pacífico abre perspectivas a una integración más equilibrada que el Mercosur, obviando que esa asociación está dirigida a eliminar la presencia comercial china en los mercados de esos países.
Vale recordar que dos años atrás y bajo la presidencia en Perú del neoliberal Alán García, nació la Alianza del Pacífico, planteada como un mecanismo para contrarrestar la entonces creciente influencia bolivariana.
Como es lógico, los gobiernos progresistas en la región se oponen al avance de esta iniciativa norteamericana.
Los defensores locales de la Alianza solo ven en la misma la manera de integrar la industria a las cadenas productivas globales, sin pretender que sus insumos sean 100 por ciento nacionales.
En su periplo por Colombia en momentos en que se preparaba la IV Cumbre de la Alianza del Pacífico, el presidente norteamericano Barack Obama no ocultó su marcado interés por desprender a los países más susceptibles de ser influidos para llevarlos hacia la asociación Trans-Pacífico.
Luego del fracaso del proyecto del ALCA, en 2005, y del fortalecimiento de una integración regional que excluía a Washington (Mercosur ampliado -que aguarda el ingreso de Bolivia y Ecuador-, UNASUR, CELAC, ALBA), Estados Unidos pretende reposicionarse en la región, a pesar de su relativamente decreciente influencia económica, del avance chino y de la profundización de las relaciones económicas sur-sur, publica el sitio digital Rebelión.
Lo que sí está claro es que para esta acción, la Casa Blanca quiere contar con “aliados” sudamericanos fundamentalmente, es algo así como un ALCA del siglo 21, modernizado en dos objetivos principales: oponerse a la expansión económica china y frenar la integración no capitalista que encabezan Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros países del área.
Se trata de una cuña para dividir a naciones que cada vez más se enrumban por los caminos del Mercosur, UNASUR, el ALBA, la CELAC y Petrocaribe.

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