ribbon

Cumbre de la CELAC a la vista

6 de enero de 2014

|

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños tendrá en La Habana su segunda cumbre a nivel de presidentes, ocasión en la que Cuba entregará la presidencia pro témpore a Costa Rica.

El recinto ferial de Pabexpo se engalana por estos días para acoger a los delegados y mandatarios de las 33 naciones de la comunidad, la única a nivel continental sin la presencia de Estados Unidos y Canadá.

Cuba había asumido la presidencia en enero de 2013, durante la cumbre de Santiago de Chile, y desde entonces se comprometió a trabajar contra la exclusión y la pobreza, y por conseguir una mayor integración y representación de los pequeños estados insulares del Caribe.

No es casual entonces que por iniciativa de La Habana, Haití, en representación de la Comunidad del Caribe, integre la troika de la Celac, que conforma el presidente pro témpore, el saliente y el próximo.

Se trata de un reconocimiento a esas pequeñas naciones como parte del sueño bolivariano de la integración latinoamericana y caribeña, una conjunción de intereses en los que las asimetrías entre los países, grandes, pequeños, con mayor o menor economía, dejen de ser obstáculos para la cooperación.

La CELAC tuvo un impulso determinante del presidente Hugo Chávez, y su reunión fundacional en Caracas, 2011, hizo reconocimiento al aporte del fallecido líder de la revolución bolivariana.

El bloque que integran estas 33 naciones se convierte en un instrumento hacia la cohesión y fuerza para encarar negociaciones en el concierto internacional y aspirar a construir un nuevo orden multipolar, más justo.

Tal espíritu comenzó a prevalecer en la capital chilena, cuando se vieron las caras CELAC-Unión Europea a principios del 2012, y los intentos desde el viejo continente de dividir para hacer prevalecer sus intereses económicos y comerciales.

La joven comunidad tiene la meta de encarar ese y otros retos, como el que reclama el presidente ecuatoriano Rafael Correa, cuya revolución ciudadana está en el colimador de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, apéndice de ese otro apéndice de Washington, la Organización de Estados Americanos (OEA).

También, en sintonía con Correa, CELAC tendrá que ponerse de acuerdo para enfrentar como bloque unido las controversias comerciales y otras, en los que los árbitros establecidos generalmente favorecen a los países ricos y sus transnacionales.

Así ocurre con la demanda de Ecuador a la Chevron, por el desastre ecológico cometido en la Amazonía del país sudamericano, amén de otros como el que hoy enfrenta el gobierno panameño para la continuación de las obras de ampliación del canal interoceánico.

En la capital cubana, los presidentes y jefes de gobierno de Latinoamérica y Caribe se verán las caras los días 28 y 29 de este mes. Antes, bajo la presidencia de Cuba, la comunidad tuvo acercamientos a estados y bloques regionales como Rusia, China, Japón, Corea del Sur y el Consejo de Cooperación de los Países Árabes del Golfo.

La agenda y los acuerdos de La Habana se fueron tejiendo a lo largo del año en reuniones sectoriales en materia de educación, erradicación de la pobreza, salud, cultura, reducción del analfabetismo, desarme nuclear, migración, cooperación, ciencia y tecnología, gestión de riesgos y desastres naturales, energía, agricultura familiar, empleo juvenil y preferencias arancelarias.

Así las cosas, la mesa de la CELAC está servida, claro, con las intrigas que Estados Unidos ya maneja para contaminar la próxima cumbre, tal y como lo denunció por estos días el presidente venezolano, Nicolás Maduro.

Comentarios