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Cumbre con “sabor agrio”

17 de diciembre de 2019

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El tema del clima, aunque por su importancia actual debía aparecer de manera permanente en la agenda pública y los gobiernos cumplir sus compromisos para que el apocalipsis no nos tome desprevenidos, sigue transitando por cumbres fracasadas y acuerdos no cumplidos.

Así, lamentablemente, ocurrió en la más reciente cita de alto nivel sobre Cambio Climático (COP-25) celebrada en Madrid, España, luego que Chile —su sede original— no pudiera realizarla debido a la inestabilidad social por la movilización popular y la represión policial, de los últimos meses.

No es de extrañar entonces que la máxima organizadora del encuentro, Teresa Ribera, ministra interina de Transición Ecológica de España, calificara el evento como una Cumbre con «sabor agrio», a pesar de ser la más extensa de la historia por el tiempo de debates y la participación de representantes de unos 200 países.

La propia funcionaria dijo que durante doce días de reunión, solo se concluyó con algunos compromisos «poco contundentes y poco serios».

De acuerdo con reportes de la prensa acreditada en la Cumbre, la mayor crítica a los tibios acuerdos ha sido hecha por las organizaciones ecologistas, que lamentaron la «gran brecha» entre las demandas de la sociedad y la «inacción» demostrada por los gobiernos en las negociaciones.

«No se puso en relieve la importante emergencia climática que se está viviendo a nivel mundial», enfatizaron los comentarios salidos de la sede en Madrid.

No obstante, más de 80 países anunciaron que presentarán compromisos de lucha contra el cambio climático más ambiciosos que los actuales al Acuerdo de París, en 2020.

Para que se tenga una idea del porqué el calificativo de «fracaso» en referencia a la Cumbre climática de Madrid, en las conclusiones de la misma, la señora Carolina Schmidt, afirmó que «claramente no es suficiente. El mundo nos está mirando y espera resoluciones mayores. No estamos satisfechos. Los acuerdos conseguidos no son suficientes para afrontar con urgencia la crisis climática».

Por ejemplo, el mercado de emisiones de carbono busca que repercutan los costes de la contaminación sobre los países que más emisiones generan, para que, a medida que se aumente el gasto, se desincentive su producción. Sin embargo, definirlo a nivel técnico ha sido complejo, pues se debía decidir quién tiene derecho a emitir gases contaminantes y en qué cantidad, algo que ya produjo falta de consenso en la anterior Cumbre del Clima de Katowice (Polonia) y ponía todas sus esperanzas, ahora frustradas, en la de Madrid, se señala en los análisis finales de la reunión.

El sitio digital «Diálogo chino» aseguró que el cambio climático impactó al mundo con una ferocidad sin precedentes en el 2019: a través de olas de calor, tormentas, inundaciones, sequías, incendios forestales y avalanchas.

Y agregó: A finales de este mismo año, todos los progresos en la lucha contra la crisis climática bajo el marco de la ONU, se vieron paralizados por los gobiernos que insistieron, como siempre, en hacer negocios.

Esa conclusión, sin dudas, es la expresión de la fragilidad en las discusiones y compromisos relacionados con el tema, y la distancia que hay que recorrer en un camino en que los mayores emisores de gases contaminantes, tratan la situación como una operación comercial y no como un compromiso urgente en un asunto que es de hoy, porque mañana será demasiado tarde.

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