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Cuestión de urgencia

3 de agosto de 2015

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Quizás los viajes interesterales pudieran trasladar a los habitantes de nuestro planeta a un lugar seguro, cuando dentro de miles de años estalle el Sol y destruya irremisiblemente a la Tierra; pero antes, en estos tiempos, se hace necesario salvar a la especie humana, y de ella, en primer lugar, por ser siempre los más afectados, a quienes habitan países subdesarrollados pendiente de un malsano cambio de clima que amenaza con inundaciones y hacerlos ahogar en un tiempo mucho menor al previsto.
Pienso al leer la proposición de Barack Obama –quizás realmente preocupado por el problema del cambio climático, al que se suma ahora la probable candidata presidencial Hillary Clinton-, que es positivo el aporte inicial de Estados Unidos de 1 500 millones de dólares al denominado Fondo Verde para el Clima, lo cual ha movido a otras naciones desarrolladas, como Gran Bretaña, Alemania, Japón y Francia.
No obstante, eso sería realmente serio y consecuente, si el propio EE.UU. y Gran Bretaña eliminaran la subvención de unos 550 000 millones al año a las empresas extractoras de combustibles fósiles.
En esa subvención se produce un manejo de fondos sucios para influir sobre la política de cambio climático, todo un arsenal de prácticas corruptas e influencias indebidas, sobretodo en el Congreso norteamericano.
Naciones meridionales de escaso desarrollo, con gobiernos de dudosa honestidad, eluden respetar las leyes en materia de transparencia y rendición de cuentas. Solo así no se diluye lo que debe estar destinado a salvar tierras y vidas.
Tal Fondo presentado y monitoreado por el secretario general de Naciones Unidas, Ban ki Moon, pretende el aporte de 100 000 millones de dólares anualmente hasta el 2020, con el fin de ayudar a los países en desarrollo a favorecer su resistencia y adaptación al cambio climático.
Tales fondos deberían entregarse antes de la XXI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas, que se celebrará en diciembre próximo en París.
Se señala la necesidad de inversiones privadas y la posibilidad de que fondos procedentes del decomiso del ilícito lavado de dinero puedan ser destinados al necesario proyecto.

 

EL PRINCIPAL RESPONSABLE

 

El propio Obama ha llamado a la ciudadanía norteamericana a la moderación, con el fin de que Estados Unidos pueda diluir su principal responsabilidad en la depauperación medioambiental, reconocida años antes por el ex vicepresidente Walter Mondale (a quien George W, Bush y la gusanera miamense birló la presidencia en espurios comicios) como causante de la crisis política y económica y la hambruna ligada a sequías e inundaciones.
En este contexto es bueno recurrir a Keneth Rogoff, profesor de Economía y Política Pública en la Universidad de Harvard:
“Como norteamericano, estoy apabullado, avergonzado y desconcertado por la falta de liderazgo de mi país frente al calentamiento global. La evidencia científica sobre los riesgos aumenta día a día… pero los norteamericanos muestran muy poca voluntad o inclinación para atemperar su consumo maníaco”.
Las abusivas agresiones de Estados Unidos y sus aliados, la crisis generada por el neoliberalismo y otros males inherentes a lo anterior ocupan de forma tergiversada el mayor volumen de las informaciones en el mundo, y dejan poco espacio a algo que amenaza al planeta desde hace tiempo y que en este 2015 se subrayó apocalípticamente:
Estados Unidos condiciona un cambio de postura a que se obligue a China a tomar medidas descontaminantes. Sin embargo, especialistas, entre ellos norteamericanos, han elogiado los esfuerzos de Beijing sobre el particular, al separar el crecimiento económico del uso de la energía y logrado la reducción de emisiones.
El Protocolo de Kyoto, que entró en vigor el 16 de febrero del 2005, impone a las naciones industrializadas límites obligatorios de emisiones de gases de efecto. En su momento fue firmado por el entonces presidente, William Clinton, pero el Parlamento lo desaprobó. En este contexto, analistas de la agencia noticiosa alemana DPA consideran que el actual mandatario, Barack Obama, también tiene las manos atadas, como en otras cuestiones en las que solo predomina la voz del complejo militar-industrial.
Ello impide una rápida solución, que no puede ser a costa del desarrollo de los más necesitados. El intercambio desigual, el proteccionismo y la deuda externa agreden a la ecología y propician la destrucción del medio ambiente, también víctima del consumismo desenfrenado del llamado Primer Mundo.
Asimismo, no se divulga el esfuerzo hecho por Nueva Zelanda, un país capitalista, que convirtió a su archipiélago de Tokelau en el primer territorio que depende 100% de la energía solar, como publicó en su momento el colega Cubasí.
El proyecto, descrito por observadores como un hito en materia de energía renovable, fue impulsado en parte por temores ante los posibles efectos del cambio climático, fundamentalmente en el nivel del océano. Los atolones se encuentran apenas a un máximo de dos metros sobre el nivel del mar.
Así se muestra a las naciones más poderosas y contaminantes la posibilidad de vivir en un mundo más limpio y sin peligro, lo cual, ante el peligro que se avecina, es una cuestión de urgencia.

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