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Cuando la matemática y la democracia fallan

28 de mayo de 2016

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Matemáticamente es muy sencillo. Cómo es posible que en Brasil, cuando 54 millones de personas votaron a favor de la presidenta Dilma Roseff, un grupo de 55 parlamentarios, en nombre de una democracia bien cuestionada, decidieron dar el golpe a la mandataria e instalar un grupo de neoliberales que ya aplican las primeras medidas contra los planes sociales de los gobiernos de Lula y Dilma.
Si en realidad la democracia fuera la bandera de las mayorías que aplauden y apoyan las medidas sociales que se hacen en su beneficio, no es posible comprender que ocurra lo de ahora en Brasil, donde, además, la ciencia matemática se ha ido a la deriva cuando solo 55 personas deciden en contra de lo aprobado por 54 millones.
No olvidar que ha sido Dilma la mujer de mayor apoyo electoral en toda la historia. Quizás por ello, el presiente interino y máximo responsable del golpe parlamentario, Michel Temer, haya conformado un equipo presidencial donde no hay ninguna mujer y ningún negro, ni mestizo.
De lo que no hay duda alguna es que el plan de la oligarquía brasileña y el asesoramiento externo, fue bien calculado como para, llegado el momento, echar abajo el mandato de Dilma, frenar el auge de Lula que se percibe como el futuro presidente y complacer a los que más millones tienen, ya sean empresarios, bancarios, o simplemente los dueños de los grandes medios que han marchado al compás golpista.
En algo que también han fallado la matemática y la democracia, es que tanto en el grupo ahora en el poder como en el de los parlamentarios que propiciaron el golpe, hay varias personas acusadas por corrupción y el entramado en el que se mueven Temer y sus discípulos, está bien cuestionado por acciones comprobadas que van contra la democracia y el buen manejo de los recursos.
Parece que, además de la matemática y la democracia, en Brasil ha fallado el sentido mismo de la conducta por parte de los nuevos inquilinos instalados en el gobierno.
La mano de los asesores norteamericanos está muy presente en el caso brasileño, como en Argentina y Venezuela, donde también pretenden echar abajo las conquistas sociales de los gobiernos progresistas y populares.
El auge de organizaciones aglutinadoras del mejor pensamiento latinoamericano, el desarrollo de UNASUR, la CELAC, MERCOSUR, Petrocaribe y otras, nunca fue bien recibido por las oligarquías criollas y mucho menos por el imperio del norte.
Romper esa correlación de fuerzas a favor de las democracias populares, se hizo imprescindible para los monopolios económicos y mediáticos internos y para sus padrinos fuera del país.
Por eso ahora se observa con toda nitidez la campaña contra esas organizaciones de la región, que propician la unión como única fórmula para tener fuerzas y defender y mantener los logros sociales ya alcanzados.
Brasil puede y debe enfrentar este golpe, si las grandes masas beneficiadas por los gobiernos de Dilma y Lula se imponen ante la arremetida oligárquica y mediática que quiere echar abajo los planes sociales e imponer el neoliberalismo con sus medidas de shock incluidas.
Pasan los días y las movilizaciones populares crecen, a la vez que salen a la luz nuevos elementos del plan golpista y de los elementos corruptos que lo dirigen.

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