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Cruzada imperial por el poder

1 de agosto de 2016

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Candidatos van y vienen en el escenario político norteamericano en las campañas presidenciales, pero ni uno solo, incluso el más progresista en los últimos tiempos, Bernie Sanders, ha hecho de Israel un punto de fricción ni mucho menos criticado la política de entrega total, de cualquiera de ellos, al sionismo.
Esto es una muestra del entramado financiero y comercial que se esconde tras ello, pero no solo con quienes controlan desde Israel -y viceversa- la política guerrerista de Estados Unidos.
La cruzada imperialista para dominar el mundo se intensificó y tomó proporciones inauditas desde los sospechosos atentados a las Torres Gemelas neoyorquinas y el Pentágono en Washington, que sirvieron para justificarla represión en todas sus formas, bajo el nombre de Ley Patriótica.
Desde entonces se aceleró el ciclo imperial de agresión a los pueblos, sobre todo a aquellos enmarcados en países pequeños con poder militar muy limitado.
Invasiones militares y ocupaciones, ejércitos mercenarios y golpes castrenses, financiamientos a partidos políticos, presuntas organizaciones no gubernamentales y multitudes en las calles para derrocar gobiernos debidamente constituidos, son algunos de los métodos utilizados por el Imperio para lograr su proyecto de dominación mundial.
Pero, precisamente, el afán inescrupuloso de dominio encuentra situaciones anómalas, cuando la fuerza de la dominación devasta incluso sus objetivos fundamentales, como ocurre en el Medio Oriente.
Y ahí regresamos a los vínculos que unen a Washington con Tel Ave, al sionismo que controla a EE.UU., porque los estrategas militares, los defensores de los intereses coloniales israelíes en el Medio Oriente y las corporaciones castrenses y de inteligencia son actores fundamentales del imperialismo, y es su influencia en la toma de decisiones la que explica el por qué el resultado de las guerras estadounidenses no ha devenido en logros económicos y políticas estables.
Fíjense bien: a pesar de los éxitos que representa un mayor dominio en el terreno, en el aplastamiento lógico a civiles desarmados, las políticas imperiales han tenido como resultado economías devastadas e inestables que se rebelan continuamente.
Así ocurre en Afganistán e Iraq, con la adición de Libia, donde hizo actuar a sus aliados, y en diversas partes del continente africano, en el cual los movimientos de tropas francesas y británicas no eran nada ajenos a las órdenes de EE.UU. y a la cada vez mayor presencia de fuerzas especiales norteamericanas.
La cuestión es que los principales beneficiarios de todas estas guerras porel poder son las multinacionales armamentísticas, no las no-militares. Y es porque los clientes de Washington, los adscriptos al establishment, como los “contratistas” mercenarios estadounidenses, los funcionarios responsables de adquisiciones y los administradores coloniales se beneficiaron con el saqueo de cientos de miles de millones de dólares del Tesoro norteamericano,
La `propia guerra y los movimientos de resistencia, al que EE.UU. le gusta sindicar como terrorista, dificultaron la entrada de capital privado estadounidense.
Asimismo, este tipo de guerra arrasó la economía en el sur de África, especialmente la agrícola, desarraigó a millones de trabajadores y campesinos e impidió la entrada de las empresas petrolíferas estadounidenses durante más de dos décadas
O sea, estas guerras desatadas por el Imperio lograron evitar o cercenaron el desempeño de regímenes nacionalistas progresistas, pero también condujeron a la destrucción de las bases económicas y políticas prósperas y estables necesarias para sus ansias neocoloniales.
Ello también se produjo en varias partes del continente americano, principalmente en Nicaragua, pero, realmente, elimperio tuvo que cambiar su estilo.
A diferencia delo que ocurrió en el Medio Oriente, dondela facción militarista norteamericana ligada al sionismo ejerció su dominio destructivo, en este continente no pudo moverse libremente, por el propio poder de las multinacionales, el giro político de la derecha a la centro-izquierda y el impacto de la crisis económica y el auge de las materias pronas.
No obstante, hoy ha ido cambiando el panorama, debido a la imbricación entre políticos entreguistas y la inteligencia norteamericana, que ha ido socavando a varios gobiernos progresistas hasta lograr su deposición, mediante golpes denominados blandos, en tanto otros sufren los embates de guerras económicas y mediáticas.
Ante este difícil panorama, solo la unidad entre los pueblos, el cercenamiento de las bases que sostienen a la derecha rampante, podrá impedir que este continente vuelva a ser víctima de la cruzada imperial por el poder.

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